
Sobre las espaldas de todas las altas esferas políticas –así del Gobierno como de la variopinta oposición-- caerá la responsabilidad de que no haya sido posible el pacto nacional contra la crisis y el paro. De hecho nadie lo ha querido: los primeros esperaban que el diluvio escampara; los segundos al desgaire de la situación han preferido que tronara más todavía. Por lo demás, tengo para mí que la línea de conducta del gobierno no ha sido acertada. Intentó poner en marcha –tal vez aparentemente— un acuerdo, cuyo estilo (lo del pacto de Zurbano) podía valer para una situación de normalidad, pero de ninguna de las maneras para este temporal. Conclusión, no hay acuerdo. Lo chocante del caso es que los que más clamaron por el pacto (el sindicalismo confederal) estuvieron largo tiempo exigiendo el acuerdo. Pero, la verdad sea dicha sin contemplaciones, nadie les llamó a la mesa de negociaciones. Recuérdese, por cierto, que la CEOE tampoco ha estado por la labor.
A mi entender, el error del Gobierno ha sido el siguiente: no intentar, primero, con los sindicatos el acuerdo o, al menos, unas líneas generales que, en caso de no traducirse posteriormente en pacto político, podía ser el esqueleto de un ambicioso plan negociado de medidas entre quienes estaban por la labor. No ha sido así.
Posiblemente si hubiera habido ese acuerdo previo con los sindicatos, el Partido Popular tampoco hubiera entrado en harina. Pero dudo de que Convergència i Unió hubiera estado fuera de la mesa de negociaciones. Tampoco el Partido Nacionalista Vasco. Así las cosas, los servicios meteorológicos siguen anunciando la continuidad del tormentazo en claro aviso a la frágil Arca de Noé. En resumidas cuentas, muchos somos y la abuela sigue sin parir.
Radio Parapanda. El joven maestro Sisó de Capaspre nos da esta receta: UNA DE BACALLÀ....