EMILIO "EL MORO" Y LA REFORMA LABORAL

Antes de entrar en harina me permito una ligera observación: el diario del inefable Pedro Jota debe tener problemas económicos. Lo sospecho porque lleva unos cuántos días apaciblemente moderado y parcialmente desrajoyzado. Nada que objetar a estos nuevos andares porque por lo menos una arroba (se recuerda a los jóvenes lectores que la arroba es una vieja medida de peso equivalente a unos once quilos y medio, se recuerda además que viene del árabe ar-roub), digo que una arroba de crispación voncinglera ha disminuido en el patio de vecindones de este país. Como es natural, el mentado diario también quiere adquirir respetabilidad, de ahí que se haya unido al grupo de high-flyers, aquellos antiguos presbiterianos de antañazo, que hoy reclaman tratamientos caballunos y reformas laborales para los demás, no para ellos.
Pues bien, ya está toda la prensa imitando a Emilio El Moro cuando cantaba me gusta como bala la ovejita en fa bemol. Eso sí, a falta de argumentos han creado un teologúmeno que hoy es asumido por ciertos sectores que van de la caspa a la brillantina: la reforma laboral sirve para tranquilizar a los mercados. Cosa que repiten cacofónicamente algunos mesnaderos de la izquierda que, ni siquiera, tienen la ocurrencia de relacionarla con la condición asalariada. Así las cosas, parece claro que la potente campaña mediática no ha hecho más que empezar. Y diga lo que diga el sindicalismo todo quedará sepultado por los arpegios de Emilio El Moro y su ovejita lucera.
Al sindicalismo confederal le queda, sin embargo, un potente lugar para explicarse con punto de vista fundamentado: el centro de trabajo, la asamblea deliberativa. Ahí, ahí está el detalle. Francamente, el centro de trabajo es la “plaza pública”, el ágora, más numerosa que cuenta el sindicalismo para decir la suya. Otra cosa, tenemos una ventaja; todas esas voces múltiples tienen una ventaja: son, somos más, que las pocas decenas de high-flyers que se tirarán al ruedo a fingir que argumentan con sus palabras alquiladas. Así las cosas, lo nuestro es la palabra organizada de los asalariados juntos-entre-sí.
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