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José Luis López Bulla YA VIENE EL CORTEJO
José Luis López Bulla


Ayer mismo comentábamos que el conflicto social es –mejor dicho, ha de ser— independiente de las contingencias políticas. El buen lector sabe que no estoy diciendo que el conflicto social sea apolítico. Lo que quiero decir es que tiene sus propios objetivos, sus propios intereses, sus propios instrumentos de acción colectiva. Hicieron bien, en ese sentido, Toxo y Méndez cuando afirmaron taxativamente que la huelga general convocada para el 29 de septiembre, no trataba de hacer caer el gobierno, ni siquiera cambiar el gobierno. Su clara orientación responde, sólo y solamente, a una oposición tanto de las medidas económicas como a la llamada reforma laboral. Que el estruendo mediático diga lo contrario no cambia las cosas.


Pues bien, una prueba más de esta cultura (el conflicto social es independiente de las contingencias políticas) es que la recta final y el desarrollo de la convocatoria de huelga va a coincidir con la campaña electoral de las elecciones autonómicas catalanas. Hasta donde la memoria me alcanza –uno ya tiene, felizmente, sus años-- es la primera vez que esto sucede: la simultaneidad en el espacio y en el tiempo de una convocatoria de estas proporciones y el desarrollo de la campaña electoral. Es un contexto, además, harto curioso: de un lado, una considerable distancia entre la ciudadanía y la política partidaria; y, de otro lado, una actividad social, dentro y fuera de los centros de trabajo, en defensa de la condición asalariada. Hablando en plata: una separación extrema entre “lo político” y “lo social”. Mi amigo Bruno Trentin –siempre tan contenido, siempre tan atento a la voz con punto de vista fundamentado— hubiera repetido que la raíz de tamaña escisión está en “la distracción de la política con relación a lo social”. Es un argumento más fuerte que una patada en la cruz de los pantalones, expuesto con una educada sintaxis.


Es de prever que los principales partidos políticos en esa contienda electoral no entren en el tema más candente porque todos están implicados, con mayor o menor diapasón, en el fondo de las medidas económicas y en el contenido de la llamada reforma laboral. De manera que, ahora con más énfasis, se producirá la búsqueda
del disputado voto del Señor Cayo --quiero decir, en este caso, el territorio del hermafroditismo verdadero del centrismo.


Una última consideración: sería un disparate que grupos de trabajadores –especialmente si es bajo la dirección de sindicalistas disfrazados de lagarterana-- acudieran a reventar los mítines de los partidos políticos. Pues sería utilizado no contra unos trabajadores genéricos sino contra la convocatoria de la huelga y contra sus dirigentes a todos los niveles. El enfado contra (o la indiferencia hacia) los partidos responsables, directa o indirectamente, de las medidas del gobierno se manifiestan en las urnas. La acción colectiva, contundentemente eficaz, tiene su propio lugar: el centro de trabajo. Esta, como las de ayer, es otra prescripción de boticario.



Radio Parapanda. Habla Julián Buey: 29 de Septiembre Huelga General. Por coherencia


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