
La prensa ha informado de toda una serie de conflictos y movimientos huelguísticos en China. Hasta donde nos han explicado, la nueva situación nos trae lejanos recuerdos a las personas que vivimos en tiempos de María Castaña unos acontecimientos más o menos parecidos en nuestro país en los primeros años de la década de los sesenta (¡del siglo pasado!).
En China se ha puesto en marcha un nuevo movimiento de trabajadores que exige incrementos salariales y mejores condiciones de trabajo y de vida. Esencialmente esa placa tectónica aparece en las empresas transnacionales y, nos parece intuir, que está dirigida por las categorías de trabajadores más capacitados. En todo caso, hay un dato lo suficientemente alentador: hoy en China, como ayer en España, ese nuevo movimiento de trabajadores está exigiendo la formación de sindicatos libres. Porque los sindicatos putativos del régimen es algo más que una rémora: son el brazo cuartelario de las autoridades.
De momento, el régimen parece –al igual que en los primeros tiempos en España del resurgir del movimiento de trabajadores— estar a la espera de por dónde irá la placa tectónica. Pero es de prever que, de ensancharse la presión reivindicativa, tome cartas en el asunto y, toritariamente, empiece el jarabe de palo. Habrá, pues, que estar al tanto. Sea como fuere se empieza a escribir un nuevo libro. Los homéridas chinos han iniciado su Odisea. Más tarde o más temprano llegarán a Itaca. Esperálos, Penélope.
Mientras tanto, Ulises --encima del bidón, del andamio y del pupitre-- les dice a sus compañeros, ya en movimiento: Considerati la vostra semenza / fati nos foste a viver come bruti, /ma per seguir virtute e canoscenza. [La Divina Commedia, XXV - ll8, 120]
Radio Parapanda. El contradictorio mensaje de una reforma
