MARIO LE PLANTA CARA AL MAGO
Esta es otra prescripción de boticario para los sindicalistas que están en importantes y necesarios ajetreos durante estos días. Descansad, al menos los que vivís en nuestro levante mediterráneo, en este “puente” de Sant Joan. Porque la caminata será larga, de manera que es necesario aprovechar las etapas de la misma para estar en holganza gratificante. La sugerencia es: nada de lecturas relativas a lo que nos ocupa, vale decir, documentos, informes y demás. Hay que descansar, y lo mejor es la alta literatura. Por ejemplo, Thomas Mann. La Editorial Edhasa acaba de publicar todos sus cuentos. Ese, ese es el libro que recomiendo. Y, especialmente, tened el ojo avizor en uno de sus relatos: Mario y el mago.
Siendo yo un jovenzuelo leí Mario y el mago. Sólo pude enterarme de la cáscara del relato. A saber, que un caballero se presenta en un pueblo del mar Tirreno y, no pudiendo anunciarse como hipnotizador (la autoridad administrativa lo prohibía) se hace pasar por prestidigitador. Y comienza la función. Lo que hace en realidad es hipnotizar al respetable. El personal de la platea (la mesocracia local y la veraniega después de haber invernado en otro lugar más o menos parecido) aplaude a rabiar; el público del gallinero le planta cara, especialmente Mario, joven camarero.
Traduciendo muy libremente la parábola a los tiempos de hoy –y tal vez extralimitándome como hermeneuta— el Mago (il cavaliere Cipolla, es su nombre artístico) hace decir a los hipnotizados algo así como: la destrucción de puestos de trabajo es un acto creativo; la solidaridad es darle al rico lo que, en el fondo, no necesita el pobre; en realidad cuando dije digo, no se me entendió que dije Diego…
Como se ha dicho antes, Mario resiste y le desafía. Como es natural, no es cosa de desvelar el final del cuento. Sólo, como pista indicativa, diré que Mario podría parecerse (es otra licencia que me saco de la manga) a cierto amigo mío que nació en Orihuela, trabajó en Valladolid y está plantando cara al mago.
Postscriptum: Digo yo que la Editorial Edhasa me podría enviar gratis La Montaña mágica, ya que le hago propaganda. No me sean rácanos.
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