[Mi sobrina Carmelita Galizia, enviada especial en el Golfo de Nápoles]
Decíamos ayer que una mujer, Sarah Burrow, ha sido elegida secretaria general de la Central Sindical Internacional, esto es, el sindicato mundial más representativo. Hacíamos, naturalmente, hincapié en la importancia ya que es la primera vez que una mujer accede a un puesto de tanta responsabilidad.
Sabemos que Sarah ha dirigido la federación de enseñanza de Australia y la confederación sindical de aquel país. Mucho temple, saberes y coraje debe tener cuando un mundo tan históricamente concentrado en el dirigente sindical (masculino) la ha elegido. Porque también en esas alturas se cuecen las mismas habas que en las bajuras sindicales: el sindicalista-macho es, naturaliter, un fenómeno; la mujer debe saberse al dedillo las Variedades Abelianas, hablar sánscrito y tener un vozarrón de camionero; al sindicalista macho sólo se le exige resolver la regla de tres simple.
Pues bien, propongo que nuestras confederaciones den a conocer a Sarah, informen al personal de quién es esta compañera, su biografía y todas esas cosas. Pienso que corresponde por razones obvias; una de ellas, por ejemplo, es generar una proximidad entre nuestra máxima dirigente y todos nosotros. Me callo, si lo teníais en la cabeza… Pero, es que con tanto ajetreo de cara al 29 de septiembre podríais olvidaros. De momento, en la ciudad de Parapanda se han editado miles de folletitos –traducidos del inglés-- sobre Sarah, con las fotos incluídas que hemos sacado de Internet. Todo ello ha sido una iniciativa de Juan de DiosCalero, talabartero social, que está en todo.