
Un argumento siempre valió más que una invectiva. Lo que es cosa sabida, aunque no suficientemente seguida. Un ejemplo de la contundencia de un razonado argumento es lo que nos plantea Joan Carles Gallego, secretario general de Comisiones Obreras de Catalunya. Nos dice exactamente: “con la rebaja que ha efectuado el Gobierno de Catalunya en el impuesto de sucesiones ha dejado de recaudar 540 millones de euros, mientras que con el recorte del sueldo a los funcionarios tan sólo se ahorra 200 millones”. Por mi parte, además de poner en todo lo alto la pedagogía del sindicalista, saco una primera conclusión: el gobierno catalán, a sabiendas y queriendas, ha hecho el negocio de Roberto el de las Cabras.
Lo curioso es que ningún miembro del Gobierno ha salido a responder al sindicalista. Lo que, además, es una descortesía. Por ejemplo, a través del metalenguaje orwelliano donde las palabras quieren decir exactamente lo contrario de lo que son en realidad. Así pues, por lo uno (lo que denuncia Gallego) y por lo otro (la falta de respuesta), yo estoy indignado con las autoridades.
Yendo por lo derecho: el garrulo de Roberto puede tener su explicación porque tenía excesivo serrín en la mollera; el Gobierno de Catalunya no puede ser disculpado, así es que no le perdones porque sabe lo que hace.