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José Luis López Bulla FRANCE TÉLÉCOM Y URALITA
José Luis López Bulla




Dos noticias muy relevantes aparecen hoy en los periódicos. Me imagino a los sindicalistas estudiándolas y sacando las pertinentes conclusiones. Una, referida a France Télécom; sobre ella el amigo Pino Ferraris ha escrito recientemente en este blog en seis entregas, aunque el lector lo puede encontrar de un tirón en LOS SUICIDIOS EN EL CENTRO DE TRABAJO. El caso de France Télécom. La otra se refiere a Uralita. Ambas tienen un hilo conductor: el ambiente, las condiciones de trabajo y la salud.



Primero. Por primera vez el director general de FT, Stéphan Richard, citado repetidamente en el estudio de Pino Ferraris ha reconocido el suicidio como accidente laboral. Tarde lo ha hecho y suponemos que desganadamente tras una campaña de denuncia sistemática. Finalmente, el manager admitió que el suicidio fue debido a “la gran carga de trabajo”. Pues bien, las lecciones que se puede sacar la familia sindical global son de la mayor importancia. La primera –en línea con lo que venimos defendiendo desde los tiempos de María Castaña—es la necesidad de situar en primerísimo plano la intervención en el sistema de la organización del trabajo. Este es, si se me permite la crudeza, el talón de Aquiles del sindicalismo.


Segundo. El País coloca en portada un gran titular: “Un juez condena a una fábrica [Uralita] por dañar la salud de la población”. [La ciudad es Cerdanoya, muy cerca –casi adosada-- a Barcelona]. Estamos hablando del amianto o del asbestos, como ustedes deseen llamarlo.


También desde los tiempos de María Castaña defendí temerariamente que no existe una separación entre lo impropiamente llamado “salud laboral” y “salud” en general. Algunas incomprensiones me costó esa afirmación tan alejada de la ortodoxia académica del sindicato. Me afónico predicando en el desierto que la insalud en el centro de trabajo no acababa en las cancelas de la fábrica sino que, atravesándolas, se desparramaba por la ciudad.


Voces autorizadas harán comentarios orgánicos sobre esta sentencia. Me imagino a tantos y tantos operadores jurídicos, catedráticos y talabarteros sociales dándole a la pluma –perdón, al ordenador— y hacer la correspondiente exégesis. De momento, señalo lo siguiente: la empresa, ante las reclamaciones de los afectados, afirmó que “Uralita cumplía celosamente toda la normativa vigente”. Pues bien, la sentencia –con tanta claridad como que las aguas del rio Genil sirven de abundoso riego en la Vega de Granada-- contesta: “la culpa no se elimina con el simple cumplimiento de prevenciones legales y reglamentarias si se revelan insuficientes”. Tras lo cual, me quito el sombrero y, con ligero acento de Tréveris, exclamo bien alto:
Es gibt noch Richter in Madrid.



Radio Parapanda. Mundo del trabajo y agenda de la izquierda (Carlos Mejía desde Perú)
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