La foto recoge el Acto de despedida de nuestro Ángel Rozas en Barcelona.
No hace falta ser muy perspicaz para observar que las relaciones entre los dos sindicatos españoles, Comisiones Obreras y Ugt, son modélicas. Esta manera de unidad, desde la diversidad de cada organización, son un ejemplo para la familia sindical europea. Debe quedar claro que no lo digo –ni única ni principalmente-- por la convocatoria de la huelga general del 29 de septiembre. La cosa viene, como es sabido, de muy atrás. Que, de vez en cuando, en alguna empresa salte algún que otro chispazo, no sólo no cambia las cosas sino que forma parte de lo que es natural.
Hubo una época en que más de uno de nosotros caíamos en deliquio cuando nos fijábamos en la “laicidad” de las organizaciones sindicales italianas. No poco aprendimos de ello. Hoy casi todo ha cambiado radicalmente en el país “donde florece el limonero”, según cantó el Goëthe y que tanto juego dio a los grandes músicos alemanes. Hoy lo que francamente florece en las relaciones sindicales italianas son, con perdón, los cardos borriqueros (cardi selvatici). No es exagerado decir que la mayor responsabilidad de todo ello recae en la CSIL y la UIL; una y otra siempre propensas a negociar de cualquier manera y “lo que sea”. Digamos las cosas con claridad: la una y la otra han abandonado --¿coyuntural o definitivamente?-- una historia iniciada en los años sesenta que tantas conquistas deparó a los trabajadores, sus familias, a la causa de la democracia y al desarrollo del país. Lo curioso del asunto es que ni la CSIL ni la UIL ven recompensados sus chicoleos con la patronal ni con Berlusconi. Antes al contrario, quienes pagan el pato son los trabajadores y el conjunto del sindicalismo confederal italiano. Y, por supuesto, la acción colectiva europea.
Pero estábamos hablando de nosotros, del sindicalismo español. Nuestras buenas relaciones vienen de antiguo. Ahora bien, fue Toxo –en su discurso de clausura del último Congreso confederal— quien resumió enfáticamente lo que ocurría cuando dijo: UGT ES "ALGO MÁS" QUE UN ALIADO. De esa manera remachó lo que se había ido construyendo desde la dirección de Antonio Gutiérrez.
Por supuesto, nada es definitivo. Pero lo que cuenta es lo que, de forma natural, se va haciendo en un itinerario que no es fácil. De ahí que –siguiendo la teoría de los límites—se siga avanzando todavía más. Esto es, construyendo instrumentos unitarios estables por moderados que, a simple vista, puedan parecer. Despejo dudas: no estoy planteando ir a la edificación de un sindicato español. Simplemente, otro pasito más. Sería beneficioso para nosotros, y también para algunos (metafóricos) cardos borriqueros.
Nosotros tenemos una cierta ventaja: miles de nuevos sindicalistas españoles han crecido sobre la base de la práctica de las buenas relaciones entre Ugt y Comisiones Obreras. Y eso, supongo, debe imprimir carácter. Digo yo …