Conviene y aún sorprende que de vez en cuando se encuentren denuncias de autoría masculina del machismo --desde el cotidiano al violento-- como la que nos ofrece el amigo Joaquín Chipola en su blog de arte, un blog que siempre vale la pena visitar.
Sólo les ofrezco unas pocas notas a modo de incitación para que vean la entrada completa en su blog. Pero quería decirles que he descubierto un retrato del machismo que no ha perdido fuerza después de tantos años, y lo que todavía es más importante, una pintora excepcional (ignorada e invisible -por el hecho de ser mujer, que no por la calidad de su arte- para una inmensa mayoría de personas entre las que me incluyo). Vale la pena conocer no sólo la obra sino también la vida de Artemisia Gentileschi, ya que en su tiempo fue (y sigue siendo, por desgracia, todavía) un ejemplo de respeto propio, valentía y denuncia. Mujeres así deben ser conocidas y reconocidas, y agradezco sinceramente a Joaquín Chipola que me permita compartir su entrada.
El relato parte de este detalle que reproduzco:
y que se trata de un tema muy presente en la historia de la pintura: Susana acosada por los viejos libidinosos. Pero estoy de acuerdo con Joaquín con que nunca estuvo tan bien reflejado como en este caso en el que la artista es esa mujer extraordinaria, ARTEMISIA GENTILESCHI, 1593/1653.
No quiero desvelar aquí --si no lo saben ya-- por qué esta pintura expresa un desagrado tan profundo y visceral que nos llega perfectamente pese al paso de los siglos y nos interpela con tanta fuerza... Vale la pena que viajen al blog original para conocer el desarrollo y el final de la historia. Sigan leyendo en Chipola, y estoy segura de que lo agradecerán.