Es interesante leer cómo la prensa de Barcelona, escrita en Barcelona y "pensada" casi deportivamente ve las turbulencias de Ferraz. No hay que fiarse de nuestra condición de reducto donde el PP mantiene desde hace años porcentajes de partido minoritario (a pesar de la maniobra de poner en alguna ocasión al que fue en otra era un "beau ténébreux", el polivalente Josep Piqué, al frente de las listas). Se puede notar una cierta sorna catalana cuando hablamos de lo que pasa en los madriles, pero también es cierto que por parte de la izquierda no puede ocultarse el cansancio y una mayor desolación al ver que, de forma casi irremediable, se convertirán en diez las nueve mayorías peperas si sumamos contiendas municipales y autonómicas (Tamayo y Sáez mediante). Y desde Barcelona también hay quien, desde la nebulosa política (que siempre suele ser muy de derechas), contribuye como puede al hundimiento socialista
Advierto, por tanto, que el artículo en el que me apoyo y su autor no parecen ofrecer garantías de neutralidad. Felip Vivanco se encargaba normalmente de las crónicas del Barça, Barça, y cuando los periodistas de La Vanguardia llevaron a término una huelga de firmas como muestra de rechazo hacia la propuesta empresarial de 86 despidos a raíz del ERE de julio del 2009, Vivanco siguió fimando sus crónicas futboleras. Ahora, como opinión política (curiosamente cuando Joan Laporta nos quiere liderar con su Solidaritat Catalana heredada del ex-suegro Joan Echevarria que fue (o es) seguidor de Manuel Fraga) además de firma, pone también música y letra de tango a la rodada cuesta abajo de los últimos 30 años del socialismo madrileño...
Unas primarias que no ayudan
No parece que las primarias que enfrentarán a Tomás Gómez y Trinidad Jiménez vayan a ayudar demasiado con todo el ambiente "à la Macbeth" que las rodea. Y tampoco parecen la plataforma de lanzamiento adecuada de quien salga elegido o elegida para arrebatarle a Esperanza Aguirre su comodísima mayoría absoluta, trabajada en todos los rincones de la Comunidad, desde los balcones hasta las alcantarillas. Porque sólo desde los desguaces pudo conseguirse que la alternancia que suponía Rafael Simancas y que como reconoce Vivanco "tuvo la presidencia en la mano en mayo del 2003 (47 diputados, 39%), y que se veía como un proceso natural tras dos triunfos de Alberto Ruiz-Gallardón (que lleva otros dos en el Ayuntamiento), quedara pospuesta por los efectos devastadores del tamayazo, un tsunami que barrió todos los muros de contención socialista, que aún están en reconstrucción."
Y el artículo de La Vanguardia concluye diciendo: "Con independencia de lo que digan las encuestas internas del PSOE, la elección de Tomás Gómez supondría la continuidad de una estrategia –la de colocar como candidato al líder regional– que hace mucho que no funciona. Si la elegida es Trinidad Jiménez, el partido optaría por una candidata que no es ajena a la realidad madrileña, que perdió unas municipales ante Gallardón, que obtuvo mayoría absoluta, pero que dejó constancia de su tirón superando los 625.000 votos, la tercera mejor marca en unas municipales para los socialistas. No son los 808.000 votos logrados por Tierno Galván ni los 666.000 de Barranco en 1997. Desde luego tampoco son los 487.000 de Miguel Sebastián en su nonata experiencia municipal en el 2007. Ahí, la política "paracaidística de Zapatero" tocó fondo. La caída del socialismo madrileño alcanzó profundidades abisales."