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Àngels Martínez i Castells. Afganistan
Àngels Martínez i Castells.

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La foto corresponde a Irak, pero en la mirada de la muchacha se refleja la desconfianza cada vez mayor y el abismo insalvable que quizás siempre existió entre la población musulmana y las tropas de ocupación.

Cada vez es más evidente, más dramático e imposible de disfrazar, el paralelismo existente entre la ocupación de Irak y la de Afganistán.
Que no nos mientan con más propaganda de manual. No hay apoyo popular a las tropas de la OTAN en Afganistán. Después del atentado en el que perdieron la vida los dos guardias civiles españoles, su traductor y el policía, se produjo una gran protesta popular en la que participaron centenares de personas que lanzaban piedras contra la base dirigida por tropas españolas de Qala-e-Now. Según la agencia Reuters, desde el interior de la base se disparó contra los manifestantes y como mínimo 18 personas habrían sido heridas de bala e ingresadas en el hospital. Que no hablen para nada de "infiltrados", ni de "atentados suicidas", ni sigan poniendo a las mujeres como excusa para justificar guerras por petróleo... Que todas las tropas (y en especial y en primer lugar las españolas) abandonen Afganistán.

Estoy totalmente de acuerdo con la posición tomada por José Luis Centella que después de sumarse al dolor que causa una muerte inútil en una misión cada vez más claramente de guerra, denuncia la absurdidad de continuar siendo partícipes de una operación militar como la que se está desarrollando en Afganistán.

Y el PCE sigue denunciando que "al contrario de lo que el Gobierno quiere hacer ver a la opinión publica, nuestras tropas en Afganistán no cumplen una misión humanitaria, ya que los soldados no han sido enviados porque ese país requiera ayuda humanitaria con particular urgencia. La realidad es que en el mundo hay muchos países que reclaman ayuda de forma mucho más perentoria, como es el caso de gran parte de continente africano con cientos de muertes diarias por hambre, que podían ser paliadas si se le dedicasen una parte de los fondos militares que se están gastando en Afganistán. (...) En Afganistán no se está creando una democracia que vaya mas allá de un simulacro de elecciones, nada libres por cierto, ya que los apoyos locales que consiguió Washington para desencadenar la guerra y derrocar a sus antiguos aliados, los talibanes, no tienen ningún apego ni a la libertad ni a la democracia, ni mucho menos a la justicia social.

RAWA, una organización de mujeres afganas, ha manifestado en diversas ocasiones que los actuales gobernantes son «talibanes sin barba». Los que les diferencia, amén de un reaccionarismo menos rígido que sigue manteniendo a la mujer bajo el burka y que es tan corrupto o más que el anterior régimen, es su servilismo ante los intereses norteamericanos."

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