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Àngels Martínez i Castells. Sara Palin y Glenn Beck, devoradores de sueños
Àngels Martínez i Castells.

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Cartel de propaganda electoral de Sarah Palin

Dos escritoras norteamericanas, Anna Holmes y Rebecca Traister, nos hablan hoy en The New York Times del fenómeno Sarah Palin , esa mujer que desde su nominación a la vice-presidencia en el tandem republicano  con John McCain ha cautivado (dicen) expertos y periodistas que le dedican incontables horas de televisión y centímetros de columnas en los periódicos delebrando sus twitters y actualizaciones de Facebook. Esta abrumadora celebración de cada movimiento de Sarah Palin en Internet se valoraba, en otro artículo, como si Sarah Palin fuera de hecho una creación de los propios medios, naturalmente de derecha, y en especial de la Cadena FOX. Pero lo que Anna Holmes y Rebecca Traister reflejan en su artículo es más bien la indignación que la ex-governadora de Alaska, con grupos de fans creados a su imagen y semejanza y todas sus fanfarrias de pintalabios y fusiles,  provoca en la izquierda.

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Foto: Drew Angerer/The New York Times

Ni que decir tiene que ayer se llegó a un hito en la exasperación cuando la señora Palin, con la inestimable ayuda de su amigo Glenn Beck, la rutilante estrella de la cadena Fox que declaró hace tiempo la guerra total a Barack Obama y a cualquier reforma sanitaria que permita el acceso universal al sistema de salud, ocuparon del Lincoln Memorial  y se apoderaron de la memoria de Martin Luther King. Con esa desfachatez que sólo las derechas saben exhibir con tanto impudor como desenvoltura, usurparon un aniversario que por valores y contenido corresponde a los sectores más progresistas de la sociedad de los Estados Unidos y a los activistas de los derechos civiles. Pero Beck y Palin se subieron al Lincoln Memorial  para ensalzar otros valores que poco o nada tenían que ver con el sueño del líder negro de la no violencia.

Pero siempre conviene mirar a los errores propios.  Y, en este sentido, me parece especialmente acertada la reflexión que hacen Holmes y Traister en su artículo de hoy en The New York Times en e sentido que  la izquierda debería estar tan indignada por la acció de piratería descarada de la derecha USA como por sus propios fracasos. En su opinión, desde "las elecciones de 2008, los líderes progresistas han hecho poco por abordar una obvia preferencia nacional por un liderazgo femenino". Y su obsesión por Sarah Palin no ha conseguido frenar su ascendente carrera como símbolo anti-aborto y martillo de socialistas. Y lo que es peor:  amenaza con convertirse  en el símbolo del siglo XXI de las mujeres estadounidenses en la política...  Y creo que lo podemos entender perfectamente desde este lado del Atlántico donde tampoco, desde la izquierda, se refuerzan los modelos de liderazgo de mujeres progresistas.

Pero lo más paradójico es, sin embargo, que Sarah Palin es  producto de las victorias feministas y progresistas llevadas a los textos legales. Por esas luchas por la igualdad pudo jugar al baloncesto, tuvo vida profesional, y consiguió llegar a gobernadora de Alaska a los 42 años, ya con cuatro hijos, y dar a luz a un quinto ejerciendo el cargo. Pero Sarah Palin destruye ahora, al reivindicarla desde sus posiciones, la lucha que le permitió llegar a su posición.   Ahora,  Sarah Palin y sus acólitos quieren redefinir lo que significa ser una mujer en política en nuestros días, y si lo consiguen será porque las mujeres y hombres progresistas permiten que eso ocurra dejando que rompan el "techo de cristal" unas "Mamás Grizzlies" (ver video) que no son otra  cosa sino grupos de hooligans de Sarah Palin que se están convirtiendo en un auténtico fenómeno nacional.

Palin, en opinión de las articulistas, es muy consciente de lo que debe al feminismo, y por ello lo reclama como propio... sólo que lo tergiversa y devora, de la misma manera que los integrantes del "Tea Party" con Glenn Beck y Sarah  Palin en cabeza, hicieron ayer en el Lincoln Memorial con la memoria y el sueño de Martin Luther King.

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