Es cierto que está en marcha una campaña de deslegitimación de los sindicatos. Hasta hace poco el ataque se caracterizaba por –intentaban argumentar— su incapacidad, por el envejecimiento de sus conductas, por la falta de representatividad. Ahora, precisamente una vez convocada la huelga general, la deslegitimación se dirige hacia el papel del sindicato en tanto que tal. Que viene principalmente de ciertos sectores mediáticos, los telepredicadores. Hasta la presente los dirigentes sindicales están reaccionando con templanza, evitando responder como fortaleza asediada.
De todas formas, me parece que los sindicalistas deberán responder en alguno momento de esta manera: nunca hemos tenido tantos apoyos como ahora. Sin jactancia, como quien de manera serena describe una situación. Con el mismo sosiego que Pedro J. Beneyto y Ramón Alós escriben En defensa del sindicalismo