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Àngels Martínez i Castells. Los errores de Obama y la economía dual
Àngels Martínez i Castells.

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Es muy interesante oír hablar a los "insiders" lúcidos e informados sobre lo que está sucediendo en los Estados Unidos. Nada que ver, observaba con cierto enfado una amiga, con los tópicos y lugares comunes que se escuchan en algunas tertulias cuyos participantes sólo se han leído las instrucciones básicas y la lista de "buenos" y "malos" oficiales.

Reconozco que tengo dos hombres "insiders" preferidos (otro día hablaré de las mujeres). Ellos son Robert Reich y Paul Krugman, y he resumido lo substancial de sus análisis de ayer:

Según Robert Reich, no se puede hablar de una sola economía en los USA. Y además, su comportamiento es antitético: una se recupera y la otra se está viniendo abajo. Por eso, aconseja, la próxima vez que escuche a un economista o habitual de Wall Street hablar de la "economía estadounidense" haga por ver su cartera.

Wall Street se reconforta con la política monetaria que lleva a cabo Ben Bernanke en la Fed: tipos de interés de casi cero más la impresión de dinero tan rápido como se atreve (yque supone dinero gratis para la economía de las grandes fortunas). Con ello se pueden recomprar acciones, aumentar los beneficios, pero también ir a por la fusión y adquisición de otras compañías... y por tanto, al despido de más hombres y mujeres de puestos de trabajo comprados o reabsorbidos.

Bernanke favorece un dólar depreciado para que las corporaciones estadounidenses aumenten sus ventas en el exterior (China ya se está quejando). Pero no es de ahora. "El cuarenta por ciento de las 500 corporaciones más grandes según S$P están realizando ahora más del 60 por ciento de sus negocios en el extranjero. Y las inversiones estadounidenses no se quedan atrás: la inversión en el extranjero reporta mejor retribución que invertir en los USA." ¡Ya se sabe, el dinero siempre tan patriota!

Según una encuesta del Wall Street Journal que se dio a conocer el pasado el jueves, la remuneración global de los servicios financieros se incrementará en un 5 por ciento este año, y las personas responsables de la gestión de activos percibirán aumentos de salario o primas de un 15 por ciento.

Pero hay otra economía estadounidense, y no está en vías de recuperación. Se trata de la economía llamada "del trabajador medio" (siguiendo esta extraña costumbre de hablar también del "votante medio") Por ejemplo, según el último informe de empleo del viernes se habían creado en el mes de octubre 159.000 nuevos puestos de trabajo en el sector privado, lo que significa un comportamiento del empleo mejor que en meses anteriores. Pero si tenemos en cuenta que se deberían crear 125.000 puestos de trabajo netos al mes sólo para acompañar el crecimiento de la fuerza de trabajo en los Estados Unidos, el "buen comportamiento" del empleo se reduce a la creación de 24 mil puestos de trabajo... Muy poco si tenemos en cuenta que se perdieron 15 millones de empleos desde el inicio de la Gran Recesión.... Y si agregamos el crecimiento de la fuerza de trabajo - incluyendo a las personas demasiado desalentadas para seguir contadas en la población activa - tenemos un déficit real de empleo que podemos cifrar en 22 millones de puestos de trabajo.

Una de cada ocho personas responsables de llevar ingresos a un hogar (breadwinners: quienes ganan el pan) no tiene trabajo. Pero además, según una reciente encuesta del Washington Post, más de la mitad de todos los estadounidenses - el 53 por ciento - están preocupados por seguir pagando su hipoteca. El porcentaje ha subido en dos años; cuando la recesión tocó fondo, el porcentaje de gente preocupada era del 37 por ciento... Y con razón, la morosidad está aumentando... Y a pesar de que los tipos de interés caen, el "trabajador medio" no puede refinanciar su casa. Los bancos no conceden créditos a los "trabajadores medios" porque su empleo está en precario, sus ingresos familiares se han reducido y el valor de su patrimonio (su vivienda) se ha desplomado.

Y mientras los nubarrones se ciernen sobre el "trabajador medio", la victoria republicana ha llenado de júbilo a las grandes fortunas, convencidas de que se parará la regulación financiera y medioambiental --por no hablar de la sanidad-- la disminución impositiva del anterior Presidente Bush cubrirá también al 1% más rico de la población... mientras que a los trabajadores les será cada vez más difícil afiliarse a sindicatos que les defiendan.

Los "trabajadores medios" están enojados y lo demostraron en las urnas, y Krugman da razones adicionales del por qué: El problema de Obama fue su falta de audacia. Al inicio de su administración se estableció un plan económico demasiado débil que se fue agravando a medida que le fue influyendo la retórica de sus enemigos.

Si hubiera sido más consiciente de que la principal secuela de las grandes crisis financieras es tener que hacer frente a varios años de desempleo muy alto, el plan de recuperación de la peor crisis desde la década de 1930 tenía que haber sido realmente ambicioso. Para ello Obama debería haber sido más valiente de lo que ha sido, presentando un paquete de medidas de gran alcance que si los republicanos hubieran torpedeado hubiera dejado claro dónde estaba la responsabilidad del fracaso.

En opinión de Krugman, Obama eligió lo aparentemente más seguro: un paquete de medidas de estímulo de tamaño mediano que no estaba a la altura de las circunstancias. Desgraciadamente, muchos economistas, entre ellos Krugman, ya lo venían advirtiendo de manera constante y hasta compulsiva desde principios del año 2009. Y Obama tuvo tiempo de reaccionar hasta finales de este mismo año, cuando ya era evidente la desproporción de las medidas con la crisis.... Sin embargo, él y sus funcionarios continuaron afirmando que su plan original era justo, y dañaron su credibilidad tanto como la economía de los Estados Unidos (aunque si ahora volvemoa a Reich, la economía dañada fue la del "trabajador medio", no la del Big Money).

Y Krugman en parte parece reconocerlo al admitir que las políticas y la retórica de apoyo a bancos de la administración - dictadas por el miedo de dañar la confianza financiera - terminó alimentando la ira del "trabajador medio", paradójicamente en beneficio de los republicanos, todavía más amigos de los bancos. Obama tampoco supo defender el papel del gobierno en una economía deprimida, como demostró en el primer debate sobre el Estado de la Nación, cuando declaró que "las familias de todo el país se están apretando el cinturón y tomando decisiones difíciles. El gobierno federal debería hacer lo mismo".... aunque no fuera cierto. El gobierno debía recurrir al gasto precisamente porque el sector privado no podía hacerlo. Pero si el Presidente de los Estados Unidos no habla y defiende su filosofía económica, ¿quién lo hará?, se pregunta Krugman, que achaca el fracaso electoral de los demócratas a la falta de coraje de Obama a la hora de defender sus propias convicciones... en la reforma sanitaria, por ejemplo. Aunque en España podemos quejarnos de algo más, y todavía peor. Obama transmitió sus errores por teléfono en un momento crucial para las políticas españolas y la credibilidad de Rodríguez Zapatero.

La política económica de Obama ha acabado en desastre político precisamente porque trató de jugar sobre seguro. Es hora de que intentar algo diferente.

Les recomiento también que lean los análisis de Alberto Garzón sobre el tema.

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