En la presentación de este acto --y al tiempo que me corresponde el honor de presentar al Dr. Luis Montes y agradecer a las amigas y amigos de DMD y a todos ustedes que hayan acudido esta tarde de viernes a analizar y hablar de forma colectiva-- quisiera tocar brevemente 5 puntos:
1).- Estamos hablando de la conquista de un derecho que puede tener sus momentos de retroces pero que avanza con toda seguridad. He leído que incluso en el conservador Parlamento Foral de Navarra se ha admitido a trámite una propuesta de ley que, con sus luces y sus sombras, significa un pequeño avance. A la propuesta de Nafarroa Bai han votado a favor todos los grupos políticos menos la UPB al considerar que "no hay ninguna necesidad real". Su argumento me ha recordado otros momentos de avance y retroceso como la postura claramente a favor del ex ministro de sanidad Bernat Soria que se propuso legislar sobre muerte digna y suicidio asistido y vio frenados sus planes por el gobierno de ZP. La ministra Trinidad Jimenez, que le sucedió en el cargo, fue preguntado por una periodista feminista si iba a retomar la propuesta. La respuesta de Trinidad Jiménez fue francamente decepcionante. Dijo:
“No forma parte de una prioridad en el debate social ni político; por tanto, no tengo intención de avanzar en este aspecto. No existe un clima social que demande este tipo de legislación, ni para la muerte digna ni para el suicidio asistido. En ninguno de los dos casos hay demanda. Sí hacemos un esfuerzo para que haya cuidados paliativos que permitan a los pacientes morir sin dolor. Y un registro de voluntad previa.”
Lo que más me soprende y enfada es que se hable de "demanda" de muerte digna como si de una mercancía más se tratara. No debería haber mercado de la muerte digna, con sus ofertas y demandas, porque se trata de un derecho, equiparable al derecho a la salud e íntimamente relacionado con el mismo. Quien se atreva a decir que no hay demanda de "muerte digna" es porque no ha observado tampoco las innumerables reivindicaciones por una "vida digna". Aunque quizá algo de razón tenga la ministra para recurrir a conceptos de mercado, porque sí pueden tener una "muerte digna" quienes pueden pagar su coste en este país o fuera de él.... incluso los cuidados paliativos tienen, en mucho casos, diferente aplicación según el status socio-económico. Por eso quisiera acabar este primer punto observando que la "muerte digna" tiene también sesgo de clase, y como explicaré más adelante, también de género.
2).- El segundo punto es también un motivo más para justificar esta Jornada, y lo suscitaron unas palabras de advertencia de un médico del Hospital Clínic de Barcelona avisando: "El derecho a la muerte digna nadie lo detendrá, pero lo que me preocupa ahora es la rapidez con la que avanza lo que se ha convenido en denominar distanasia o sea, el encarnizamiento o ensañamiento terapéutico, mediante el cual se procura posponer el momento de la muerte recurriendo a cualquier medio artificial, pese a que haya seguridad que no hay opción alguna de regreso a la vida, con el fin de prolongar su vida a toda costa". Es decir, no admitir el fracaso médico que es la muerte pero, al mismo tiempo, dar también pie a prácticas experimentales que pueden resultar extremadamente dolorosas para quien es paciente y las personas que le rodean.
Cuando a este aspecto de enseñamiento médico se une el fundamentalismo católico de que hay que nacer, parir y morir con dolor de manera irremediable, porque según sus creencias a este mundo hemos venido a sufrir y este dolor nos purifica y nos prepara para un hipotético Juicio Final, la combinación no puede ser peor, ni la perspectiva que nos aguarda puede ser más espantosa.
3).- Quisiera incidir ahora en esta concepción casi antropológica del nacimiento, enfermedad y muerte que se caracteriza por ser básicamente un mundo de mujeres. Las tedencias hopitalocentristas de los últimos timpos (que sin embargo también están revirtiendo) no pueden hacernos olvidar que en muchas sociedades --y en la nuestra hasta hace bien poco-- éste era un mundo donde las mujeres, en sus redes familiares y de vecindario-- atendían a la parturienta, a la persona enferma y a la moribunda. La ayuda de las personas profesionales de la sanidad es fundamental e inestimable, pero en la cotidianiedad de los días de enfermedad y agonía hay un universo de mujeres. Ellas son las primeras interesadas, y por partida doble: tanto como cuidadoras como protagonistas-- de que a una vida digna suceda una muerte digna.
4) Finalmente, ya toca presentar a quien es hoy nuestro invitado, aunque soy también perfectamente consciente de que no es necesario. Por tanto, antes de que tome la palabra el Dr. Luis Montes y desgrane sus argumentos, sí quiero resaltar que la sinrazón que vivió y padeció (un auténtico drama personal, profesional y humano) acabó en una especie de sainete que corrobora el esperpento.
Brevemente: Una denuncia anónima acusó en el año 2005 a 15 médicos del hospital Severo Ochoa de Leganés (Madrid), de “400 homicidios” en el servicio de urgencias. Esta acusación cobarde de quien oculta su identidad pasó de 400 supuestos "homicidios" en marzo del 2005 a reducirse a 73, luego a 16, posteriormente a 4 y acaba, en julio del 2007, por quedar sólo en una mención de mala praxis... Que en el año 2008 tuvo tambén que retirarse. Este es el auténtico drama que reune todos los requisitos de un proceso inquisitorial. Y el sainete final lo escriben esperanza Aguirre y el cardenal arzobispo de Madrid, Rouco Varela, firmando en abril del 2008 un convenio que amplía las funciones de los sacerdotes en los hospitales. Ello suponía que el Servicio de Asistencia Religiosa Católica forme parte del comité de ética y del comité interdisciplinar de cuidados paliativos de los hospitales públicos de la Comunidad, con lo que se ampliaban las funciones de los curas que asisten a los hospitales hasta permitir que emitan su voto dentro de este comité encargado de decisiones como la sedación de enfermos terminales, la práctica de un aborto o la reanimación de un bebé en determinados casos.
Es tan grotesca esta propuesta que me recuerda lo que le sucedió a una amiga médica que después de unos años de práctica hospitalaria en uno de esos servicios donde no se muere nadie, decidió ir a ejercer la medicina a una zona rural, de población muy envejecida. Lo que más le asustaba de su nueva práctica era cómo dar la noticia --en una sociedad dond ela mayoría de las personas mueren en casa-- de que una persona enferma era ya irrecuperable. El consejo que le dieron desde el Hospital, como verán, no pudo ser peor porque casi la echan de la casa. Cuando mi amiga se encontró con el primer enfermo terminal, un abuelo muy querido, repitió las palabras que le habían aconsejado pronunciar: "Yo ya no puedo hacer nada más por él... Si quieren avisar a un sacerdote..." El respingo que pegó la familia fue antológico. "Usted lo quiere matar de un disgusto. En este casa no queremos saber nada de los curas... Y ahora que está tan enfermo el abuelo quiere traerle uno a casa! Lo que usted tiene que hacer es procurarle unas últimas horas sin dolor, y no hacer propuestas que nos pueden costar un disgusto muy serio".
Mi amiga entendió entonces que el personal sanitario profesional y amigo hasta el final no debe mezclar ni ideología ni magia con las buenas prácticas. Y aprender esto que le costó un disgusto a mi amiga el Dr. Luis Montes lo sabía perfectamente desde la coordinación del Servicio de Urgencias del Hospital Severo Ochoa de Leganés.
5).- Y con eso paso al último punto de presentación que explica de forma clara porqué desde Dempeus nos enorgullece compartir este acto con la asociación DMD y el Dr. Luis Montes. En palabras que le he léido y que son comunes, Luis Montes afirma que "todos estamos por la vida" mientras prosigue su lucha por el derecho a una muerte digna. Estoy segura que estamos hablando de lo mismo: porque lo he visto recogiendo firmas contra la privatización de la sanidad, porque he leído declaraciones suyas donde explica que las leyes son poderosas, pero que es la sociedad, con consultas populares, con mobilización, haciéndose oír, la que consigue que se promulguen y mejoren, y porque entendemos lo mismo por salud, también en la dignidad, la autonomía y la solidaridad que deben acompañar a la persona hasta su muerte. Y porque en definitiva, tienen la misma matriz social y personal el derecho a una vida digna y a morir dignamente.
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En el blog de Dempeus per la Salut Pública se irán publicando las intervenciones a medida que vayan llegando.