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Àngels Martínez i Castells. La violencia de género desde distintos aspectos
Àngels Martínez i Castells.

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A veces oigo observaciones que me dejan perpleja. Por ejemplo, cuando algún amigo --incluso puede que bienintencionado-- dude de que haya motivos para seguir con la lucha feminista, y de que en un mundo con tanta violencia globalizada como el que vivimos tenga demasiado sentido "particularizar" dedicando un Dia Internacional (el 25 de noviembre) a la violencia que padecen las mujeres.

Estoy totalmente de acuerdo con la denuncia global de la violencia. Lo que sucede es que nunca he creído que el feminismo sea un "tema de una sola cuestión" que se agota en sí mismo, sin conexiones fuertes, directas y fundamentalmente explicativas del mundo que habitamos. Por ello, creo que denunciar la violencia de género significa, no sólo reivindicar para las mujeres un mundo donde puedan ser más libres, y vivir con mayor igualdad, sino denunciar también toda la violencia que este sistema irracional genera contra las personas más débiles (que son la inmensa mayoría) en una sociedad que se está deshumanizando ante la indiferencia generalizada... incluso, a veces, de las propias víctimas.

Porque hay que repetir más veces (hasta que toda la sociedad se levante y la impida) que es violencia de género inadmisible que 73 mujeres hayan muerto en España hasta el 14 de este mes, en relaciones y convivencias imposibles que repercuten y atentan también sobre sus hijas y sus hijos.

Es violencia económica de género que las grandes "oportunidades" que la crisis económica ofrece a la patonal se cargue sobre las mujeres sancionando las desigualdades de salarios y favoreciendo su ocultación, (por ejemplo, en los Estados Unidos) mayores todavía cuando la mujer es negra o hispana. O que no se diga que los recortes en las prestaciones sociales, en el sistema de salud, en las "políticas amigas de las mujeres" significan también cargar con violencia las tensiones del ajuste que beneficia a los poderosos.

Es violencia alienante de género que se retuerza la razón hasta el punto de presentar como aceptable y "normal" que en determinadas organizaciones religiosas, financiadas con fondos públicos, las mujeres carezcan de las mismas oportunidades y derechos que los hombres.

Es violencia cotidiana de género en la vertiente la salud que algunas enfermedades emergentes, que afectan de manera especial a mujeres, no reciban por parte de la sanidad pública el trato de atención e investigación que se merecen, y que las mujeres afectadas sean a priori, en demasiados casos, candidatas a las listas de espera inacabables... o a las salas de psiquiatría... (¡sabemos muy bien de lo que hablamos!). O que se quieran imponer limitaciones a la ley que sanciona el ejercicio del derecho al aborto, o que se desproteja a las mujeres ridiculizando o prohibiendo la utilización de preservativos...

Es violencia de género llevada al campo de la "política" y la "cultura! que un sujeto como Berlusconi, con todas sus repetidas declaraciones machistas y de desprecio de la mujer, sea presidente de un país de la "culta" y "avanzada" Europa, y que declaraciones misóginas de pseudo-intelectuales se quieran presentar como "literatura" o "conversaciones privadas".

Es violencia de género que la violación sea arma de guerra y se utilice con sadismo sin que ninguna autoridad mundial haga nada en serio por impedirlo. Lean sólo estas líneas de una de las más de 300 mujeres violadas en una sola noche en una aldea congoleña: "Me llevaron detrás de la casa, me desnudaron y me echaron al suelo. Me dije que me llegaba el momento de morir", cuenta temblando Anna Burano, de 80 años, una de las 284 mujeres violadas en una noche de julio pasado por rebeldes hutus y milicianos en Luvungi, al este de la República Democrática del Congo." (500 violaciones según la ONU en los últimos días de julio).

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Y es violencia de género llevada al paroxismo que en determinadas ciudades del mundo el feminicidio sea práctica repetida e impune, para desolación de todas las mujeres y de toda la sociedad. Este relato de la historia del feminicio en Ciudad Juarez con motivo de la presentación al mundo de la exposición 400 mujeres (retratos de artistas que denuncian las asesinadas y desaparecidas de Ciudad Juarez) es todo un emblema de cómo han "evolucionado" los métodos criminales en Ciudad Juárez a través de los años, con total impunidad y desprecio de la violencia de género:

"En la década de los ‘90 del siglo XX y hasta 2006 las víctimas eran jóvenes, la mayoría entre 14 y 22 años, que trabajaban en las maquilas que exportan textiles y piezas electrónicas hacia Estados Unidos. Pelo negro, bonitas, de familias con escasos recursos económicos. Las secuestraban para violarlas, torturarlas, estrangularlas y dejar los cuerpos semiocultos para que los pudieran encontrar.

El 2007 y 2008 cambia el patrón y los cuerpos de las jóvenes desaparecen.

En 2009 y este año, el método volvió a cambiar, probablemente asociado al incremento generalizado de la violencia en la zona. Ahora los cuerpos de las chicas aparecen con una cinta adhesiva en la boca y en los ojos y el cadáver con las manos atadas. Como si los responsables quisieran dejar su firma, enviar un mensaje a sus enemigos y crear un clima de terror en la población.

En los últimos meses la estrategia ha presentado algunas variantes. Muchas aparecen decapitadas y sus cabezas son dejadas al lado de sus cuerpos. Otras veces aparecen con bolsas de plástico en la cara para demostrar que murieron por asfixia."

Ver también: La Maja Descalza y Maria Teresa, Patria y Minerva.

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