LA CES Y SANTA TERESA DE ÁVILA

En EXTRAORDINARIO IMPACTO DE LA HUELGA GENERAL EN PORTUGAL, a cargo de Antonio Baylos, podemos leer una primera y (obligadamente) breve valoración de tan importante gesto sindical. Así lo esperábamos y de esa manera ha ocurrido. Tan significativa huelga viene a corroborar que, contra la crisis económica, un movimiento sísmico de hondas proporciones está recorriendo Europa de un tiempo a esta parte: son los sindicatos de los Estados nacionales los protagonistas. De hecho, no recuerdo una movilización de los europeos a pesar de que uno ya tiene sus años. Ahora bien, estas movilizaciones proponen unas primeras reflexiones. Que, a trompicones, vienen a continuación.
La Confederación Europea de Sindicatos no está siendo el sujeto impulsor y coordinador real de este movimiento. Por supuesto, no digo que esté al margen. Pero su relación con todo lo que se mueve no harto deficitaria. De ahí que lo que podemos ver, en primer plano, es la necesaria acción nacional de cada sindicato en su propio terreno. Necesaria, digo, pero no suficiente. Esa insuficiencia de la CES se debe a su vivo sin vivir en mí del que ya hablara Teresa de Ávila, desconocedora en su época del actual tartamudeo de la Confederación Europea de Sindicatos. Ese vive sin vivir en ella se da –debemos recordarlo— cuando la crisis aprieta más que en toda la biografía de la CES, y cuando las movilizaciones son más amplias.
En esas condiciones resulta que cada movilización no cuenta con lo que podríamos denominar una cobertura europea. Esto es, el paraguas y el guión –aunque fuera genérico— de un programa mínimamente europeo. Un extraño vivir, éste de la CES, frente a las arrogantes posiciones de los gobiernos –de babor, estribor o mediopensionistas— de cada país. Pues bien, si mi padre viviera (y estuviera enterado de la desgana de la CES) soltaría un idiolecto taurino de los suyos: “Cuando hay toros, no hay toreros”. Pepelópez –de santaferina natío-- era ansí.

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