Atentados a la democracia estamos viviendo constantemente, y quizás más dañinos de lo que fue el asalto al Congreso del que hoy hace 30 años. Estaba yo entonces en Portugal y me pilló con cierta distancia, pero cuando oía la votación por la radio y entró Tejero con sus frases cuarteleras me pareció que empezaba una especie de "guerra de los mundos" tan increíble como ridícula. Y no porque no me creyera el golpismo de una parte importante del ejército, sino simplemente porque ya se estaban librando del Presidente Suarez y sus veleidades de última hora con los países no alineados y su antiamericanismo (de matriz falangista, pero anti-OTAN, en todo caso) que puso al descubierto el profundo sentido democrático del embajador de los Estados Unidos en España, hace 30 años, declarando que un golpe de estado militar en el Congreso era "un asunto interno" (por si hay algún lector o lectora apresurado, aclaro que esta última frase es algo más que un sarcasmo).
Para mí, que estaba pendiente de la radio en un pueblo del Alentejo, sólo tomó credibilidad el golpe cuando a la voz del locutor que narraba una escena imposible, se unieron los disparos. Pero incluso por un momento siguieron pareciendo golpes de efecto de una escena de guiñol. Y, ya, transcurridas muchas, muchas horas tampoco tuvo demasiada credibilidad el exceso de hieratismo con las que se adornó en una pantalla en blanco y negro el discurso de Juan Carlos I, con alguna frase todavía hoy por descifrar.
Sinceramente creo que buena parte de lo que el golpe pretendía de fondo (no en los personalismos, ni las anécdotas) lo consiguió. Y la prueba es que siguen repitiéndose, en distintas direcciones e intensidades, 23-F cada vez que los habitantes de las cavernas ven peligrar sus privilegios, o que demasiada luz va a exponer ante el mundo sus delitos y sus miserias.
Uno de estos "levantamientos" sonados se produjo el año pasado cuando se suspendió al Juez Baltasar Garzón. Carlos Jiménez Villarejo, ex fiscal Anticorrupción, declaró: "Es un día de amargura. Hoy estoy muy triste por Baltasar y por nuestra democracia, que está sufriendo los mayores golpes desde que se instauró. Este es un golpe similar al del 23-F. 35 años después de la muerte del dictador, la extrema derecha ha conquistado una victoria que ha sido posible por un Tribunal Supremo sensible a esa persecución y un Consejo General del Poder Judicial cómplice".
Pues hay más, muchos más, sólo tienen que irlos buscándolos en su propia biografía y descubriéndolos en frases pronunciadas casi al azar que justifican las profundas desigualdades políticas y económicas del estado en que vivimos: una ley electoral que no permite la representación proporcional en beneficio de un bipartidismo de ideas que asegura lo que en lenguaje de casino sería eso de que "la banca siempre gana", o una investigación kafkiana que promete náuseas y atropellos como la que se quiere utilizar para que Sortu no se legalice, y de manera especial, un atentado continuado y flagrante a lo público, a los derechos de los trabajadores y a los derechos de ciudadanía que ya llegan a constituir una burla sangrante a los Derechos Humanos, y que son todo un tejerazo, se mire por donde se mire, porque de lo que no hay duda es que hoy, en España, también los mercados, que nunca salieron del todo de las cavernas, llevan tricornio y siguen asaltando y dando órdenes en la tribunilla del Congreso de los Diputados.