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José Luis López Bulla LLAMAZARES FUE EL ÚNICO QUE ...
José Luis López Bulla

Recientemente he leído dos libros que parcialmente son biografías paralelas. Se trata de Enrico Berlinguer, de Francesco Barbagallo y de Il PCI di Luigi Longo (1964-1969) de Alexander Höbel. Dos libros que recomiendo muy vivamente a los políticos.


La primera consideración que se me puede hacer es la siguiente: ¿qué utilidad práctica puede tener la lectura de dos personajes, por grandes que fueran en su tiempo, en estos días que corren? Respondo, tiene utilidad porque ambos libros revisitan un estilo –en este caso del Partido Comunista Italiano-- en el contexto de algunas crisis políticas internacionales, incluidas algunas de carácter militar. Explican los profesores Barbagallo y Höbel todo el itginerario de los debates internos del PCI ante crisis de gran envergadura: por ejemplo, la Guerra de los Seis Días y la invasión de Checoeslovaquia, entre otros. Y, tirando de las actas y apuntes de las reuniones (desde el Comité central hasta la dirección) nos enteramos de cómo se va forjando la opinión colectiva de los comunistas italianos y del mandato que reciben para intervenir en una, podríamos decir, “diplomacia paralela”. Que, entre otras personalidades, llevan a cabo el mismo Longo, Berlinguer, Giancarlo Pajetta, Giorgio Napolitano et alii. De donde saco una primera conclusión: la política internacional del Pci era obra colectiva del partido no sólo de los “expertos”.


Pues bien, da la impresión que los partidos políticos de nuestros días han dimitido de intervenir en esa diplomacia paralela. Se repiten una y otras crisis y los departamentos internacionales de los partidos dan la impresión de hacer una siesta reparadora de no se sabe qué actividades. En caso contrario, retiro lo dicho. Pero a cambio se necesita información adecuada de qué han hecho los partidos políticos en esta situación del Magreb, y más concretamente qué están haciendo para que ese Gaddafi pase al estercolero de la historia. Por ejemplo, ¿están haciendo algo para disuadir a las amistades de Gaddafi de que sigan apoyándole abiertamente o por lo bajinis?


Por cierto, avive el seso dormido y despierte: el único político que se opuso a la venida de Gaddafi a España fue Gaspar Llamazares. Los demás estuvieron encantados de la vida, esperando tal vez que el carnicero de Trípoli le regalara una jaca a cada uno, cosa bien útil cuando pasas por el Puerto caminito de Jerez.









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