Después de oír a Rodríguez Zapatero en la llamada "cumbre de la competitividad" y a Artur Mas acabada la puesta en escena del Palacio de Pedralbes... después de leer el informe del CAREC y de mucha mediocridad, transcribo la traducción de la práctica totalidad del artículo de Krugman del 24 de marzo en el NYT. Creo que nos da unas claves keynesianas básicas para situarnos, también, en el contexto europeo... y a ver si conseguimos aprender algo serio.
"El Gobierno de Portugal acaba de caer en una disputa sobre las propuestas de austeridad. El rendimiento de los bonos irlandeses ha superado el 10 por ciento por primera vez. Y el gobierno británico acaba de revisar a la baja sus previsiones económicas y al alza las que había elaborado sobre el déficit previsto.
¿Qué tienen todos estos eventos tienen en común? Todas las pruebas indican que recortar el gasto ante una tasa de desempleo elevada es un error. Los defensores de la austeridad preveían que los recortes en el gasto traerían dividendos rápidos en forma de aumento de la confianza, y que serían muy pocos, si es que los llegaba a haber, los efectos adversos sobre el crecimiento y el empleo, pero se equivocaron.
Es una lástima, pues, que estos días no se considere a nadie que sea una persona seria en Washington, a menos que profese lealtad a la misma doctrina que tan estrepitosamente fracasa en Europa.
No siempre fue así. Hace dos años, ante el aumento del desempleo y un gran déficit presupuestario - ambos consecuencias de la grave crisis financiera - la mayoría de los líderes de los países avanzados parecieron entender que los problemas tenían que ser abordados en secuencia, tratando de inmediato la creación de puestos de trabajo combinada con una estrategia de reducción del déficit a más largo plazo.
¿Por qué no recortar los déficits de inmediato? Porque los aumentos de impuestos y recortes en el gasto del gobierno deprimirían aún más las economías, aumentando el desempleo. Y la reducción del gasto en una economía profundamente deprimida es en gran medida una auto-derrota, incluso en términos puramente fiscales: los ahorros logrados por una parte se compensan con los menores ingresos que provoca la contracción de la economía.
Así que trabajo ahora y el déficit más tarde; esa fue y es la estrategia correcta. Por desgracia, es una estrategia que ha sido abandonado por riesgos fantasma e ilusorias esperanzas. Por un lado, estamos repitiendo constantemente que si no reducimos el gasto de inmediato vamos a terminar igual que Grecia, que sólo no puede pedir préstamos a unos tipos de interés exorbitantes. Por otro lado, se nos dice que no nos preocupe el impacto de los recortes del gasto sobre el empleo porque la austeridad fiscal conseguirá crear empleo mediante el aumento de confianza.
¿Cómo ha ido esa historia hasta la fecha?
Los autodenominados halcones del déficit han estado gritando que venía el lobo en relación a las tasas de interés de EE.UU. de forma más o menos continua desde que comenzó la crisis financiera, engañándose sobre el significado de las subidas de los tipos de interés. La verdad es que los tipos de interés han fluctuado, no por miedo a la deuda, sino por la mayor o menor esperanza en la recuperación económica. Pero con la recuperación total aún muy lejana, son menores ahora que hace dos años.
Pero ¿no puede ser que América termine como Grecia? Sí, por supuesto. Si los inversionistas deciden que somos una república bananera con políticos que no pueden o no quieren enfrentarse a los problemas a largo plazo, van a dejar de comprar nuestra deuda. Pero esta posibilidad no depende de si nos castigamos a nosotros mismos con recortes del gasto a corto plazo.
Pregunten a los irlandeses, cuyo gobierno – después de asumir la carga de una deuda insostenible rescatando a bancos imposibles de controlar - trató de tranquilizar a los mercados mediante la imposición de unas medidas de austeridad salvaje sobre los ciudadanos comunes. Las mismas personas que pedían recortes del gasto en los Estados Unidos aplaudieron. "Irlanda nos ofrece una admirable lección de responsabilidad fiscal", declaró Alan Reynolds, del Cato Institute, añadiendo que con los recortes del gasto se habían eliminado los temores sobre la solvencia de Irlanda… y predijo una rápida recuperación económica.
Eso fue en junio de 2009. Desde entonces, los tipos de interés sobre la deuda de Irlanda se han duplicado, y la tasa de desempleo de Irlanda ha llegado actualmente en el 13,5 por ciento.
Y luego está la experiencia británica. Como Estados Unidos, los mercados financieros consideraban que Gran Bretaña era solvente, y le daban la posibilidad de aplicar la estrategia de priorizar las políticas de ocupación, dejando el déficit para más adelante. Pero el gobierno del primer ministro, David Cameron, prefirió pasar a la austeridad inmediata, en la creencia de que el gasto privado compensaría los recortes del gobierno. Como suelo decir, el plan de Cameron se basó en la creencia de que el hada de la confianza lo resolvería todo.
Pero no ha sido así: el crecimiento británico se ha estancado, y el gobierno tiene que corregir al alza sus previsiones de déficit.
Lo que me lleva de vuelta a lo que sucede en el debate económico de Washington en estos días (…) con un clima político en el que los halcones del déficit quieren castigar a los desempleados oponiéndose a cualquier acción que aborde los problemas presupuestarios a largo plazo. A pesar de que sabemos, por experiencias de lo que sucede en el extranjero, que el hada de confianza no nos salvará de las consecuencias de nuestra locura."