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José Luis López Bulla LA VICEPRESIDENTA SALGADO, EL CONSEJERO DE FINANZAS Y ENVER HOXA
José Luis López Bulla




Homenaje a Josep Solé Barberà



Mañana leeremos en la prensa escrita lo que ya aparece en el ciberespacio: “El consejero catalán de Economía y Conocimiento, Andreu Mas-Colell, ha avanzado que el Gobierno regional rebajará durante esta legislatura el recargo sobre el IRPF autonómico para las rentas más altas que aprobó el tripartito. La medida afectará a contribuyentes que perciban más de 120.000 euros anuales, unas 50.000 personas, principalmente directivos, profesionales y empresarios”. Una decisión que, por su analogía, tiene un cierto parecido con lo anunciado por la compañía Telefónica: miles de despidos contemporáneamente al anuncio de suculentos emolumentos para los altos ejecutivos de la empresa.

¿A qué analogía nos estamos refiriendo? A la simultaneidad de una serie de decisiones: de un lado, los anunciados recortes en los bienes democráticos que representan los sistemas de protección social con el descenso de la imposición fiscal a los más ricos; de otro lado, poner de patitas en la calle a miles de personas mientras se incrementan los sobres a una exigua minoría del alto management. Esta última ha sido calificada de manera piadosa por la Vicepresidenta Salgado como “una medida inoportuna”. Sólo inoportuna, como quien indica una corrección inane en la sintaxis empresarial: hombre, ahora queda feo, pasado mañana –cuando otra noticia la sepulte-- será más conveniente. La Salgado, de ese modo, viene a corroborar algo que ya intuíamos: las hemerotecas no existen, sólo existe lo que sucede en cada nanosegundo. Algo parecido, con perdón, al cartel que había en el aeropuerto de Tirana: “Dios no existe, Enver Hoxa, sí”.

Sería naíf que se acusara de inmoralidad tanto al consejero de Economía catalan como a la Vicepresidenta del Gobierno español. No es inmoral: es la esencia ontológica del neoliberalismo. Un neoliberalismo que, de manera no menos naïf, ha sido calificado por las almas de cántaro como “codicioso”, en vez de explotador. ¿Qué éste es un concepto arcaico? No, padre: es clásico. Lo que ocurre es que, de manera lábil, se ha ido desposeyendo el carácter de las palabras, especialmente aquellas que connotaban presupuestos emancipatorios o simplemente reformadores. No le vendría mal a más de uno, de dos y de tres leer lo que, al respecto, ha escrito el maestro Vittorio Foa en “Las palabras de la política”.



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