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José Luis López Bulla UN SOCIALDEMÓCRATA COMO LA COPA DE UN PINO
José Luis López Bulla





Debo al profesor Carlos Luís Alfonso, catedrático de la Universidad de Valencia, el conocimiento de Tommy Douglas, político socialdemócrata canadiense. Que, a mis años, me haya enterado ahora quiere decir que algunos tenemos una cierta despreocupación por la historia reciente más allá de nuestro patio de vecinos europeo. Por otra parte, tal vez indicaría, ya que no lo hemos oído en boca de los políticos de izquierda de nuestro país, la descomunal distracción de éstos sobre los nobles padres de la izquierda que lo han sido fuera de nuestras fronteras.


Corrijo mi distracción y agradezco al profesor Alfonso su detalle. Ahora bien, me pregunto los motivos del desconocimiento o del silencio de algunos sectores de la izquierda española con relación, incluso, a sus más recientes antepasados. En aquellos que me son más directos (Togliatti, Longo y Berlinguer, por poner tres ejemplos), me saca de mis casillas que no sean reestudiados; igual digo con relación a Longo, Olor Palme y Miterrand. Esto me lleva a la memoria un artículo de Jordi Borja
Con su blanca palidez . Explica el reputado sociólogo catalán que, estando en Turín, hace años, por motivos profesionales, asistió a un miting de Walter Veltroni quien en su intervención, hablando de los padres de la izquierda, no citó a Antonio Gramsci … ¡en Turín!


Jordi Borja, asombrado como el que más, observa que las viejas canciones (Bella ciao, Inno del Lavoro, Bandiera rossa) han sido substituidas por
A Whiter Shade Of Pale y –con sarcasmo aproximadamente granadino— escribe: “Es casi inevitable hacer una interpretación de psicoanálisis elemental. La blanca palidez puede ser la expresión involuntaria de la debilidad de un proyecto, o la pretensión de mostrar una imagen dulce y delicada”. Yo diría que de esa meliflua estética han venido (parte de) las desvenventuras de la izquierda italiana. Esa obsesión …


… esa obsesión por liquidar el acervo histórico, en aras a una modernidad –no ya líquida sino gaseosa— recorre (de manera desigual) nuestras izquierdas. Es más, tan gratuita iconoclastia, parece concebida como ruptura, vertical y horizontal, con el pasado. O sea, no venimos de ayer, sino de ahora mismo; nuestra genealogía, así concebida, es algo a silenciar vergonzosamente. Y, como la primavera, las conquistas han venido y nadie sabe cómo ha sido.



Radio Parapanda.
NO HAY UN "ÚNICO CAMINO" DE SALIDA A LA CRISIS: LATINOAMÉRICA Y EUROPA



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