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Àngels Martínez i Castells. Sí hay derechas, sí hay izquierdas
Àngels Martínez i Castells.

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Hace mucho tiempo --tanto, que se me ha olvidado el autor-- leí un gran artículo donde se demostraba la efímera realidad del centro. Decía, más o menos, que el centro era un punto inestable, donde era imposible permanecer, entre el altruísmo y el egoísmo. Y seguía demostrando que en política económica, quienes se inclinaban por las políticas altruístas se consideraban tradicionalmente de las izquierdas en tanto que quienes gobernaban para sí, para favorecer sus propios intereses, centrados en sus privilegios, eran de forma mayoritaria y aplastante las derechas.

El recuerdo de esta lectura que tuvo fuertes implicaciones en mi formación no sólo cómo economista sino como persona, vuelve ahora con fuerza por dos motivos: el primero, porque he oído en algunos portavoces de las acampadas que son apartidarios (cosa que me parece bien), que son apolíticos (cosa que está fuera de la realidad: el hecho más importante en política en esta última semana ha sido su existencia) y que las derechas e izquierdas ya no son categorías políticas válidas. Podía ser una opinión personal, pero es que algo parecido lo oí también en dirigentes in-pectore que quizás crean encontrar un espacio "nuevo" en el voto nulo o en la abstención. Pero por mucho que se estrujen las meninges, la carta de marear de la solidaridad (altruismo), de poner a la mayoría de las personas en el centro de sus políticas y esfuerzos, y del egoísmo, donde se favorecen redistribuciones de la renta cada vez más desigualdes, empeoran las condiciones para la equidad y el común de los mortales vive en un mundo más privatizado, menos colectivo y más infeliz, seguirá indicando que existen las derechas y subsisten (en necesario proceso de reorganización, reivención y cura de humildad regenerativa) las izquierdas plurales y necesarias.

Es evidente que hay conquistas de ciudadanía que deberían defender tanto las derechas como las izquierdas porque significan un progreso histórico, como por ejemplo, el pleno empleo donde se incluya a las mujeres en un reparto solidario del trabajo, o la defensa de la salud pública... Pero para ello, desde las derechas se requiere una gran formación y entreno en democracia para aceptarlo. Y las derechas españolas no han demostrado, hasta ahora, estar a este nivel... siguen tendiendo a preferir niveles de paro que aseguren que los salarios tenderán a la baja, o la caridad y la beneficiencia como deficientes paliativos a las tensiones sociales antes que los derechos económicos, sociales y políticos que SÍ tienden a disminuir las desigualdades entre la ciudadanía.

El segundo motivo por el que desde hace horas el artículo que les he contado sigue dando vueltas en mi cabeza se debe a los resultados electorales. Ys me perdonarán que ahora no entre en ninguna valoración más demorada (en otros blogs amigos pueden empezan a encontrarlas, y algunas son muy ajustadas) pero a excepción del Pais Vasco, más me ha parecido estar asistiendo a un partido de fútbol que a unas elecciones donde tanto nos estábamos jugando. Y lo explico: me ha parecido que predominaba más la simpatía por unos colores o por unos jugadores que su actuación concreta. (La viñeta de El Roto con el que se inicia el post tiene una lectura parecida) La marea azul promete privatizaciones, más recortes, incremento del malestar, mala convivencia... y sin embargo, ha podido en gran medida su alharaca hueca que invitaba más a convertirnos en "tifosi azzuri" que en ciudadanos y ciudadanas pensantes. No sólo hay que pensar detenidamente en para qué sirven las jornadas de reflexión: también habría que hacerlo sobre estos mítines importados, tan "made in USA", con banderitas y desfile de egos, donde lo que menos se frecuentan son las ideas. (Rajoy sigue instalado en ese pensamiento inane: a pesar del triunfo del PP, ha dicho hoy que a partir de mañana empezará a luchar contra la crisis...)

Y las izquierdas ¡ay de las izquierdas! o se libran de maquiavelos de medio pelo, de ombligo descomunal, que no consiguen despegar sus pies de la politiquería ni acabar con los virus neoliberales que en su momento les inocularon, o tendremos oleada azul privatizadora y generadora de malos rollos y convivencias imposibles por mucho tiempo.

Y a pesar de todo afirmo: existen las izquierdas, y están muy vivas. Pero que nadie se crea que por sí sólo conseguirá nada... La solidaridad demostrada noche y día, el pensamiento en colectivo y libre de las acampadas, las propuestas que se respiran en tantos programas, y también los avances de diversas plataformas y organizaciones de la sociedad civil y de algunas fuerzas políticas que se reclaman de la izquierda este domingo, indican no sólo que hay motivos para una unidad de acción y por tanto, para la esperanza de un cambio fundamentado, sino que con trabajo y honradez podemos acortar --y salir con alternativa creíble y potente-- de este desierto de valores y convivencia que nos preparan.

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