CANTIINFLAS, PENDENCIERAMENTE HOMÓFOBO
No me he podido desprender de algunos de los odios que tenía cuando era mozalbete. Por ejemplo, mi repugnancia hacia Jorge Negrete y Mario Moreno, Cantinflas. Pero siendo niño chico ambos mejicanos eran santos de mis devociones. El primero, porque cantaba mejor que Dios; el segundo, porque contorsionaba, a cosica hecha, el lenguaje peor que Dios. Más tarde, voces aproximadamente bien informadas, hicieron correr en La Unión (el casinillo de los pobres santaferinos) que Negrete y Cantinflas organizaban gritas y chilleríos cuando Miguel de Molina actuaba en un teatro de Méjico, distrito federal. Incluso, se afirma, que en repetidas ocasiones grupos de matones, capitaneados por Negrete y Cantinflas, habían agredido personalmente al cantante español, que estaba exiliado. El motivo era la homosexualidad de Miguel.
Así es que decidí organizar un boicot cuando en el Cine de Benítez, de campanudo nombre oficial Coliseo Fernando e Isabel, echaban las películas de Cantinflas. Ya fuera porque no hice un análisis concreto de la situación concreta o porque las condiciones objetivas no coincidían con las subjetivas, el caso es que nadie secundó mi llamamiento. Lo que me dio una rabia indescriptible. Por eso, cuando alguien hizo una reparación me sentí desagraviado.
Las mismas voces, a las que yo concedía un enorme crédito, contaron que el torero Agustín Parra "Parrita" puso las cosas en su sitio. En un hotel de Madrid un montón de muchachas en flor, de señoritingas y señoronas se tiraron encima de Jorge Negrete, un antecedente que después se repitió, ya más popularmente, años después con los Beatles. A todo esto, Negrete exclamó: “¿Es que no hay hombres en España?”. Cosa que llegó a Parrita, que andaba por allí. Pues bien, ni corto ni perezoso se acercó al mejicano y, sin decir oxte ni moxte, le arreó un directo (o un uppercut, eso nunca se aclaró) que lo dejó noqueado un par de minutos. Mi decepción fue cuando el maestro Ferino, máximo exponente de la nueva confitería granadina, me llamó la atención: “Repartiendo cutes no se arreglan los problemas, niño”. Pero, al menos, Parrita había vengado los ataques a Miguel de Molina.
Faltaba, sin embargo, el ajuste de cuentas contra Cantinflas. Pero nunca llegó. Siguió llenando el Cine de Benítez, y hasta en la televisión catalana (muchos años más tardes) hicieron cincuenta películas del cómico mejicano. Ayer, se celebró el centenario de su nacimiento, aunque nadie en Zahúrda de Mar se dio por aludido: tienen otros problemas, también de griteríos, matones y golpisas.

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