Titular notícies
Àngels Martínez i Castells. Camila Vallejo, líder estudiantil, exije educación pública en Chile
Àngels Martínez i Castells.
Escribe el periodista Carlos Vergara que Camila Antonia Amaranta Vallejo Dowling, de 23 años, es de cepa comunista desde su más tierna infancia, y tiene en las cuerdas al gobierno del presidente Sebastián Piñera con masivas manifestaciones que exigen una educación pública de calidad y el fin del lucro en la enseñanza. Hemos entresacado algunos párrafos de su artículo en La Nación.

En Chile existen tres tipos de establecimientos de educación superior, creados durante la dictadura de Pinochet: centros de formación técnica, institutos profesionales y universidades. Estas últimas se dividen en tradicionales -con aportes estatales- y privadas. Los créditos que deben pedir los estudiantes  terminan significando en muchos casos una pesada  deuda que se extiende a toda su vida laboral. Todo para recibir a cambio una educación que además es de baja calidad. El estallido era  inevitable tarde o temprano. La ex presidenta Michelle Bachelet sufrió en 2006 el “pingüinazo” de los alumnos secundarios. A Piñera le explotó el conflicto mayor, con Camila Vallejo como una figura central.

Nacida en la comuna de Macul, hoy vive en La Florida, al poniente de Santiago, símbolo nacional de una nueva clase emergente aspiracional asociada al consumo masivo y cuyos hijos se convertirían en la primera generación en ingresar a la universidad. “Es el lugar donde crecí, pero representa la expansión urbana sin ningún tipo de regulación. En La Florida hay una gran cantidad de fronteras que se superponen. Hay mucha gente que imita formas de vida, que viven ahí aspirando a vivir en otro sitio”, explica.

Pese a su formación familiar de izquierda, Camila no se definió hasta su llegada a la universidad. “Llegué superentusiasmada y empecé a indagar. Conocí a las Juventudes Comunistas y me convenció mucho su política, su organización. Creo que era la agrupación más preparada y acertada”. A los pocos meses, se convirtió en consejera, vicepresidenta y, finalmente, presidenta del centro de estudiantes de Geografía.  A fines de 2010, se convirtió en la segunda mujer en la historia en ganar las elecciones de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh) -decimonónico enclave de la izquierda en el estudiantado chileno,  Congeló sus estudios y se dedicó las 24 horas del día a sus nuevas funciones. Aún debe presentar su tesis, que versa sobre “la construcción social de territorios vulnerables”.  “Confío en el estudiantado de la Chile, en su criterio para evaluar la capacidad política más que el aspecto físico”, dijo en su primera entrevista, sentando las bases de su aguerrido discurso. “La política es parte de mi vida. Todo es política. Donde vea injusticia, yo estaré para dar mi opinión”.

A mediados de mayo se produjo la primera marcha de la confederación de estudiantes, que sumó más de 50 mil personas y terminó con un saldo de 138 detenidos. Se produjeron también los primeros enfrentamientos serios entre los jóvenes y carabineros. Y llegó entonces el 21 de mayo, la fecha de la cuenta pública de Piñera ante el Congreso en Valparaíso. Sus anuncios sobre educación -ambiguamente tibios- fueron la chispa que necesitaban los estudiantes para levantar la voz: dirigieron sus dardos contra el entonces ministro de Educación, el ex candidato presidencial Joaquín Lavín, y anunciaron una gran marcha para comienzos de junio. El ministro les ofreció dialogar. Camila no aceptó.

“No nos vamos a sentar a ninguna mesa de trabajo sin una señal clara con respecto a recuperar la educación pública, regular el sistema privado y poner fin al lucro”, respondió, poniendo acento en el principal conflicto de interés que tenía Lavín en ese entonces, como fundador y propietario de la Universidad del Desarrollo, una institución privada cuyas ganancias se redistribuyen gracias a un vacío en la ley que permite su explotación a través de sociedades inmobiliarias.

Mientras, Camila sumó nuevas causas a su ideología y participó de una masiva marcha en protesta por la construcción de una gigantesca hidroeléctrica en el sur de Chile, la controvertida HidroAysén, causa apoyada por ambientalistas internacionales.

A fines de mayo, Lavín y los estudiantes se sentaron a conversar. Después de dos horas de intransigencia, no hubo humo blanco.  Entonces fue cuando comenzaron los conflictos de verdad. A las protestas se sumaron los rectores de las universidades públicas, los estudiantes convinieron en diversas tomas de liceos, colegios y la siempre inmaculada casa central de la Universidad de Chile -en plena Alameda-, cuyo salón de honor comenzó a ser utilizado como dormitorio y cocina de ollas comunes. La cabecilla de la toma no fue otra que la propia Camila.

TV y redes sociales

Invitada al estelar político de la televisión chilena, marcó la segunda mayor audiencia del año. Coordina las marchas a través de Facebook y Twitter para evitar amenazas y problemas, aunque un usuario  publicó la dirección y el teléfono de su casa, mientras un grupo hacía un violento llamado a apedrearla. Una funcionaria del Ministerio de Cultura retrotrajo los más oscuros años de la historia de Chile, con un comentario en Twitter que fue transversalmente rechazado: “Una vez muerta la perra, se acaba la leva”, las mismas palabras utilizadas por el general Augusto Pinochet, en referencia al ex presidente Salvador Allende, mientras el palacio presidencial era bombardeado.

A mediados de junio, 80.000 estudiantes marcharon frente a La Moneda, en la protesta más masiva desde la dictadura. Saqueos, detenidos y carabineros heridos marcaron la jornada. El ministro Lavín cedió y entregó una propuesta a los estudiantes. Camila Vallejo la rechazó, convocó a una nueva marcha y subió su apuesta: exigió avanzar hacia una educación superior gratuita, renacionalizar las riquezas básicas del país, garantizar a las universidades estatales aportes de al menos un 50%, terminar con el crédito con aval del Estado y realizar una reforma tributaria para financiarlo todo.

Otra marcha de casi 100 mil personas a fines de junio obligó a Piñera a anunciar una inversión de US$ 4000 millones en educación y una nueva propuesta, llamada GANE (Gran acuerdo nacional por la educación). Camila y los suyos volvieron a rechazarla. Pocos días después, la dirigente consiguió parte de lo que buscaba: Lavín fue trasladado a Planificación y su cargo lo asumió el entonces titular de Justicia, Felipe Bulnes.

Fuentes del gobierno reconocen a LA NACION que Camila no está “empoderada” y que tampoco es la interlocutora ideal, por cuanto siempre termina recurriendo a las bases. Un ministro, sin embargo, advierte que “podemos estar en presencia de una nueva Gladys”, por Gladys Marín, la histórica y fallecida secretaria general del PC chileno durante la dictadura y quien, tras la caída de Pinochet, amplió la base crítica del partido con un fuerte rechazo a la Concertación. Muchos acusan que la dirigente está manipulada directamente por el PC chileno y específicamente por los intereses del presidente del Colegio de Profesores, el también comunista Jorge Gajardo. También dicen que Camila, finalmente, no es más que un títere en el macabro teatro de la política chilena.

Ella cree lo contrario.

QUIÉN ES

Nombre y apellido:
Camila Vallejo Dowling
Edad: 23 años
Con cuna de izquierda:
Nació en 1988, en Santiago de Chile, en una familia de militantes comunistas. Ella comenzó a militar tras comenzar en 2006 estudios de Geografía en la Universidad de Chile. Su referente político, dice, es Evo Morales.
De estudiante a líder estudiantil:
En 2010, se convirtió en la segunda mujer en la historia en ganar las elecciones de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile. Y como tal lidera ahora los reclamos de cambio en el sistema educativo del país vecino..

 

 


Més sobre...: Uncategorized
Últimes Notícies