“.... Para eso están las empresas. Han sido diseñadas para multiplicar el capital, lo que hacen carece de relevancia. Torpedos, alimentos, ropa, mobiliario, es todo lo mismo. Con ese propósito harán cualquier cosa para sobrevivir y prosperar. ¿Pueden ganar más dinero empleando esclavos? En tal caso, habrán de hacerlo. ¿Pueden aumentar los beneficios vendiendo ingenios que matan a otros? Pues tendrán que hacerlo. ¿Y si devastan los campos, asolan los bosques, desarraigan comunidades y envenenan los ríos? Están obligadas a hacerlo si de esa manera pueden incrementar sus beneficios. Una empresa es un imbécil moral, sin conciencia del bien y del mal. Las limitaciones han de venir del exterior, de leyes y costumbres que le prohíban hacer ciertas cosas que desaprobamos. Sin embargo se trata de una limitación que reduce los beneficios, razón por la cual todas las empresas siempre trataran de rebasar los límites de la legalidad, actuar libremente en su afán de sacar provecho. Esa es la única forma de que puedan sobrevivir, ya que los más poderosos devoraran a los más débiles. Y ya que ello es intrínsico al capital, que es salvaje, desea ser libre y rechaza todas las trabas que le son impuestas. …”
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