LOS SINDICATOS CONFEDERALES CATALANES Y LA PATRONAL ALCANZAN UN ACUERDO: EN LA CRISIS, LA CONCERTACIÓN SOCIAL NO ES UNA OPCIÓN, ES UNA NECESIDAD.
Juan Manuel Tapia
Hemos firmado, Foment del Treball, la UGT y CC.OO. de Catalunya un acuerdo interprofesional, el AIC 2.011 – 2.014, que a pesar de los esperados silencios, interferencias o deformaciones mediáticas, tiene, una enorme trascendencia (1).
Es posible que el sindicalismo confederal, que siempre ha sido humilde en la valoración del propio resultado de su acción sindical, no se detenga demasiado, ante las enormes tareas diarias que provoca la crisis, en la importancia política de su acción.
El acuerdo es en primer lugar es “un fuerte grito de enfado”. Hablaremos luego del hilo conductor de sus contenidos más significativos. Un enorme grito frente a aquellos que niegan a las organizaciones sociales, patronales y sindicales, su papel representativo. Su capacidad de expresar de manera nítida intereses sociales generales y de acertar en las soluciones y alternativas concretas a los problemas de las empresas y el mundo del trabajo.
Intereses contrapuestos, cierto. En conflicto social, explícito o tácito, cierto. Intereses que buscan y encuentran espacios de acuerdo y equilibrio, en beneficio mutuo, sin pérdida alguna de las perspectivas propias de cada cual, y que conviven en ese proceso contradictorio que es la empresa.
No hemos aprendido esto en los manuales de historia, sino en nuestra larga experiencia de conflicto y entendimiento en los centros de trabajo. Es de nuestra experiencia de lo que habla la buena historia social de nuestro país.
El AIC es una amable bofetada a aquellos que piensan en la política, sea económica, social o ciudadana, como en la dirección de un laboratorio experimental con sus cobayas y estadísticas. Olvidando que las sociedades humanas tienen en primer lugar una dimensión humana. La convivencia de personas agrupadas por intereses diversos, pero personas tangibles, personas que precisan de asociación, organización y capacidad de expresar colectivamente sus necesidades y expectativas diversas.
El mal gobierno y los poderes que niegan el papel de intermediación y expresión de intereses, de sindicatos y patronales, intereses de las personas trabajadoras concretas, intereses de los empresarios concretos, cada uno con sus problemas, son gobiernos ciegos, ajenos a la realidad, gobiernos de laboratorio.
Aunque algunos piensen, sin expresarlo en toda su crudeza, que la mejor sociedad es la desarticulada, la que menos contrapesos suponga en sus ambiciones, la realidad de la vida los pondrá en su lugar.
Creo que el hilo conductor del AIC 2.011 – 2.014 se fundamenta en cuatro grandes pilares:
a) el valor de la negociación colectiva, como fuente de derecho, para determinar, en la negociación de sindicatos y patronales más representativas, las reglas del sistema de relaciones sociolaborales. Atendemos a un mandato constitucional, a nuestra historia y a una cuestión práctica. Nosotros que somos enamorados del derecho del trabajo, sabemos, que bajo la protección del derecho del trabajo, somos, empresarios y sindicatos, quienes conocemos mejor y de primera mano lo que necesitamos.
b) el valor de la flexibilidad negociada. O lo que es lo mismo: la utilidad de que las adaptaciones a la realidad económica o de entorno que tienen las empresas, como un proyecto vivo y común del factor trabajo y su creatividad, y del capital, se realice siempre de manera negociada con el sindicato.
Flexibilidad negociada que niega algunos de los elementos unilaterales más negativos de la reforma laboral de 2.010 o de la reforma de la negociación colectiva de 2.011.
c) el valor de las personas trabajadoras. El sistema de relaciones laborales tiene, necesariamente, que tener en consideración la existencia de las personas concretas, diversas en sus condiciones, intereses y expectativas, personas que deben tener derechos personales en el trabajo bajo el criterio de la igualdad de trato. Las personas deben tener derecho a participar de sistemas de organización flexible del trabajo que sean bidireccionales, de intercambio, a favor de la empresa y a favor, simultáneamente, de las personas y su autoorganización.
d) toda negociación debe estar al servicio del empleo en esta situación de crisis, pero de forma que no se atienda solo a las necesidades coyunturales de trabajadores y empresa, sino que contribuya a poner los fundamentos de un nuevo paradigma productivo de bienes y servicios, basado en la calidad y el valor añadido, también, en la calidad de las condiciones de trabajo y los derechos, de la que no puede disociarse. Esto explica el mínimo común denominador, transversal, que recorre todo el acuerdo, y el tratamiento específico de la formación profesional, las cualificaciones, los expedientes de regulación de empleo y las políticas sectoriales e industriales.
En este proceso de negociación y acuerdo no hemos pensado solo en Catalunya, hemos pensado, también, con toda modestia, en que constituya una contribución al conjunto de la concertación social de España. Confío en que a los problemas comunes, sea de utilidad soluciones comunes pactadas.
Finalmente, quizás sea la hora de afirmar que aquellos que han provocado la crisis estén detrás de los que defienden esa política de laboratorio, que es la negación del noble concepto de política. Un noble concepto de política que llena las calles de todas las ciudades del mundo, donde centenares de miles y millones de personas en conjunto, indignadas, muestran el mismo enfado que este acuerdo.