Antes de votar y dando pordescontado que muchos de ustedes lo harán al unísono por Coscubiela, lesexplico….
Para los que o bien han sido enalgún momento de la vida reclutas como yo mismo, o han leído atentamente aVargas Llosa en “La ciudad y los perros”, sabrán lo que significa la culturacuartelera. Para los demás –para eso estamos-- les explico seguidamente laimportancia histórica del tipo de relación humana, organización funcional yconsecución de objetivos que representa la vida de cuartel. Y para todos aclarolas consecuencias que ha comportado esa visión de la, por lo general, mala vidaahora mismo.
El asunto me asaltó a caballo dela crisis, del cambio de gobierno en Catalunya, en el ayuntamiento de Barcelona,en la diputación y en otras muchasadministraciones, que me aportan día a día novedades sorprendentes sobre lacapacidad y las ocurrencias de los nuevos gestores públicos. También, todo hayque decirlo, por unas lecturas recientes.
Recientemente se ha vuelto aeditar un autor alemán, Hans Helmut Kirst,en una pequeña saga de tres volúmenes sobre un curioso personaje, el cabo,sargento y finalmente teniente Asch: un provocador dentro del extraño engranajemilitar alemán en la segunda guerra mundial, una maquinaria de guerraorganizada en torno a unas normas salidas de la antigua tradición prusiana,necesitada de regular todo, absolutamente todo. Quedando en realidad el asuntoen apariencia.
Permítanmeun poco más de digresión. Inicialmente los libros se publicaron en 1958 en laeditorial Destino. Lo curioso del caso es que son ya desde la segunda páginaeminentemente antimilitaristas y, claro está, en 1958 tamaña desviación conrespecto a lo debido tenía que ser imposible. Para eso estaba la censura previay su tropa de censores. No sé como consiguió el editor publicarlos ydistribuirlos, pero a la vista de la biografía del autor intuyo un probable porqué: H. H. Kirst llegó desde la puta base a teniente coronel de la Wehrmacht, siendotambién anti nazi declarado. De hecho, el personaje literario de Asch es elalter ego de Kirst. El censor de turno, imagino yo, con leer la trayectoriamilitar del autor y el grado al que llegó ya no debió ni de abrir el libro. Secuadró y firmó directamente el expediente autorizador. Y si no es cierto lo queimagino, cosa posible, me reconocerán ustedes que “é ben trovato”.
La vidade cuartel supone una trasgresión tan grande respecto a la vida normal quetodos los que hemos sufrido o disfrutado de ella hemos quedado marcados hastaen nuestros sueños más íntimos.
Elasunto se remonta, no se me asusten, a la falange macedónica, el primerejercito realmente profesional y permanente de la historia y fue más queconsolidado por los romanos, el estado militar por excelencia. Tengo entendidoque aun se explican hoy en las academias militares las normas que el general Mario, eladversario de Sila, impuso a laslegiones (las famosas mulas de Mario, bautizados así por el peso del equipo yla velocidad de la marcha).
Laconvivencia en los campamentos o en los cuarteles (equipamientos nacidos de laprofesionalidad militar), sea en periodo de reposo o de estado de guerra, haexigido desde entonces un poder burocrático enorme. La especialización militarse basaba en aprendizajes y en homogeneidad, de ahí las normas tanto en losmovimientos de tropas, como en el uso de las armas y en el comportamientogeneral del soldado, atuendo, saludo y por la nunca bien loada como se debe limpieza de letrinas.
Habitualmentese tiene un concepto erróneo de la estructura militar profesional En contra dela apariencia, los ejércitos son másorganizaciones logísticas que combatientes. La relación entre combatiente ysoldado de soporte es sorprendentemente baja. De ahí ese poder omnívoro de laburocracia militar. Lo sé de buena tinta puesto que fui en mis tiempos furriel (1) dela compañía (de hecho continúo siéndolo,en otros ejércitos y en distintas compañías).
Lascaracterísticas básicas de ese tipo de organización, hoy bastante modificadas,se basaban en la jerarquía absoluta, la existencia de líneas de ruptura entreestamentos, la preeminencia de privilegios y la diferenciación de trato yderechos, la obediencia ciega, las normas aplicadas a rajatabla, ladesaparición de la iniciativa individual y un largo etcétera motivado enapariencia por la eficacia en la acción bélica y en lo bonito que quedan losdesfiles bien ordenados, con o sin macho cabrío al frente. Es obvio que culturacuartelera y dominio de clase es casi lo mismo.
Todoello ha tenido una traslación evidente a otro tipo de organizaciones, elfuncionarizado, la empresa y la justicia, solo por citar tres ejemplos. Y, a lainversa, los cambios en otros ámbitos han influido y transformado la estructuracuartelera. Sobre todo en estos últimos tiempos, el impulso tecnológico y elcoste de la formación de la tropa han introducido dosis importantes deracionalidad y de trato alternativo al prusiano.
Todoello ha depositado un considerable poso en la forma de entender las organizacionesy en establecer el trato dentro de ellas. La cultura cuartelera en base atantos siglos de existencia ha terminado por formar parte de la herenciagenética, con o sin permiso de Cesare Lombroso. Si ustedes son observadores se habrán dadocuenta que, incluso en las zonas no reguladas explícitamente por esa filosofía,se impone casi automáticamente la cultura cuartelera sobre entendida oinstintiva.
En lospartidos políticos –dejemos a parte a los sindicatos, porque hay moros en lacosta-- e incluso en los equipos de fútbol es así. Miren si no la extremajerarquía que impone un secretario general (mientras genera cierto éxito) en elpartido: determinadas ideas se imponen por el puro origen, no por la sabiduría,experiencia y habilidad (aparentes o reales) del que las propone. Observen comopersonalidades autónomas emprenden la retirada frente a la autoridad, que es unconcepto más bien difuso.
Hoy endía vemos como en Europa se impone la cultura cuartelera de base prusiana comoinútil salida a la crisis. Con obediencias debidas y jerarquía absoluta. Frau ÁngelaDorothea Merkel, nacida Kasner, de padre pastor luterano, física de formación ydoctora en química quántica, se haimpuesto a toda la UEcon la biblia mecánica de la estabilidad presupuestaria, del banco central alque nada le importa la ocupación y el crecimiento. Todo ello no se correspondecon la realidad observada, ni con las posibilidades alternativas con que cuentala ciencia o la técnica económicas, son simplemente ideas arraigadas en elcontexto de la cultura cuartelera. Sorprende esta dura inmovilidad depensamiento y de acción en alguien que sabe que las partículas están o no estána la vez y que si miras cambian. Esa relatividad quántica no parece haber hechomella en esa dama de acero (por diferenciarla del precedente de hierro).
Engeneral la cultura cuartelera siempre cede frente a poderes e interesesmayores. Es una regla que el recluta aprende a los dos días y que utiliza más omenos sabiamente para transformar una vida indecente en una constante guerra deguerrillas. Pero no solo esa característica de ser absoluto, pero de débilresistencia hacia arriba se plasma con la tropa, también lo hace con el dinero,con los intereses de clase, de religión, de ascenso y otros muchos de diferenteespecia. Hoy mismo algunos diríamos que la cultura cuartelera le sirve a FrauMerkel para salvar a su banca a costa de –dispensen la cacofonía-- lo quecueste.
Todosrecordamos con el cariño que la lejanía temporal impone, los alambicadosprocedimientos contra la cultura cuartelera para no hacer instrucción, paratomarse la tarde de asueto sin permiso e incluso para licenciarse 24 horasantes, como hice yo.
Indudablementelos primeros godos (en todas sus amplias gamas de diversidades), que no teníanni cultura cuartelera, ni ejército profesional, serían hoy más capaces de entenderque la jerarquía no es solo un síntoma de debilidad, sino un acercamiento alcaos y a la decadencia.
(1)Elfurriel es ahora el administrador o gerente. El que manipula la contabilidad ylas existencias. La palabra viene de “fourrier”, el francés que administra el“fourrage” (forraje).