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José Luis López Bulla ¿VAMOS A UNA AUTORITARIARQUÍA?
José Luis López Bulla



En días pasados se ha tratado en este blog de ese artificioque se ha dado en llamar gobierno técnico o gobierno de tecnócratas, que tantaactualidad tiene así en Gracia como en Italia: abuela una, madre otra de lasdemocracias occidentales. Lo que está provocando una amplia y diversa comidillaen tertulias y mentideros televisivos y radiofónicos. El mismo Miguel GonzálezZamora, reputado jurista extremeño que tiene su campamento en Madrid y personaformal, habló de ello en este mismo blog ayer mismo. Pues bien, con relación alo dicho por don Miguel me gustaría rondar la pluma con algunas pejiguerías deviejo cascarrabias.


Entiendo que no es lo fundamental si los técnicossolucionan o no arreglan la crisis. Naturalmente es mejor que la solucionen o,dicho de manera más resignada, que no la empeoren. Lo substancial es otra cosa:si el instrumento que se ha puesto en marcha es excepcional o acabaconvirtiéndose en el bálsamo de Fierabrás, en la panacea esperada, querida y sostenidapor los mercados, esa espuma de los grandes capitales especulativos. Es decir,si se desparrama por los cuatro puntos cardinales, primero en Europa, después en otras latitudes. La democracia como forma pragmática de gobierno de lospueblos se iría convirtiéndose enalgo así como una autoritariaquía. Me excuso por tan horrendo vocablo. Tanhorrendo como lo que quiere dar a entender. Porque sumado a la gran operaciónde la poda de las tijeras de los derechos sociales, dicha autoritariaquía es ensí misma la expresión de la garlopa carpintera contra fundamentales derechosdemocráticos. En esas condiciones no sería tanto el fracaso de los políticoscomo el fracaso de la política democrática, de esa forma pragmática de gobiernode los pueblos. El fracaso querido y asumido, ciertamente, por los políticosinstalados que como aquellos viejos procuradores en Cortes (de nefasta memoria)se harían su personal y colectivo harakiri. 


Comentaristas de garrafón explicanque el problema frente a la crisis está en el desfase entre la velocidad deintervención de los mercados frente a la lentitud de la política. Lo que es tanfalso como aquellos viejos  duros sevillanos.  El problema es que los políticos instalados con mando en plaza se niegana poner en marcha normas y controles a nivel supranacional con medidas de frenode la especulación turbocapitalista. Cosa que tampoco harán los tecnócratas, un personal que empieza a seridealizado como si fueran la encarnación de Cincinatus, el  senador romanoque fue mitificado por el viejo Catón cuando el Sol no se ponía en aquel imperiorepublicano.


Prevengo de lo siguiente: no pocositalianos convirtieron la palabra del demagogo oligárquico en palabraprofética; tras su fracaso, cuidaícoahora con trasladar la palabra de los tecnócratas a palabra profética. No sólono se cumplieron los augures de estos profetas de la demagogia oligárquica sinoque, tras ellos, la situación –económica, social, política y cultural--  acabó pero que como estaba antes del alaridoprofético. Lo que tampoco es una novedad visto lo visto de la historia.  Pues bien, tres cuartos de lo mismo latecnocracia profética tampoco estuvo muy atinada que digamos. No pocos de susexponentes no vieron o no quisieron ver el tifón que se nos venía encima pordescuido, vagancia o simplemente porque estaban tan indocumentados como lospolíticos instalados o no se atrevieron a cantarle las cuarenta a los demagogosoligárquicos.



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