La lectura del libro de Gerardo Pisarello, que publicitábamos el pasado lunes, me ha llevado a nuevas reflexiones mientras paseaba tranquilamente por la playa de Pineda de Marx en ese momento del día que los mallorquines llaman s´hora baixa y los valencianos a poqueta nit. Concretamente, según dijo la copla: cuando la tarde languidece y renacen las sombras.
Con el desparpajo que me da el estar cargado de años anoto en mi diario una primera meditación sobre el texto de Pisarello. Tal vez le pueda ser útil a la izquierda derrotada en estas elecciones y a la izquierda que, habiendo subido en consensos populares, todavía no tiene el suficiente diapasón para amortiguar el vendaval derechista que se nos viene encima. Así pues, vamos a desempolvar lo que se ha dado en llamar la crisis de la izquierda, sin hacer distinción, de momento, de las diferencias entre las más representativas.
Tengo para mí que el resultado de estas elecciones pasadas no expresan una oscilación contingente sino un proceso más profundo de la erosión de un consenso de masas –y, en algunos casos, de la corrosión del carácter— hacia, desigualmente, las izquierdas: las derechas en aclive y el conjunto de las izquierdas en declive.
Mi hipótesis es: la situación actual de las izquierdas españolas es un aspecto parcial, sólo parcial, de un movimiento telúrico más amplio. Es, como acertadamente afirma Pisarello, la democracia demediada. Y, comoquiera que la democracia es un espacio absolutamente necesario para la izquierda, la crisis de la democracia induce a la crisis de la otra. Más todavía, como decíamos en una entrada anterior, hasta la presente no se ha encontrado ninguna alternativa a los partidos, pero tampoco se ha hallado ninguna solución a su crisis de identidad y de legitimación. Que es una crisis de identidad y de legitimación.
La crisis de la política, su vinculación con la de las izquierdas y de los sujetos que la conforman –lo digo polemizando amablemente con mi amigo Riccardo Terzi-- no es un “mutamento delle forme della política” (1). Es la dificultad –en algunos casos de los contagios libremente aceptados de sus adversarios-- de ubicarse con su propia alteridad en el nuevo paradigma. Distracciones y contagios que no han podido resistir los embates de la potente marea derechista. Digamos, pues, que al PSOE no se le exige que deje de ser moderado sino consecuentemente socialdemócrata; a la izquierda llamada alternativa no se le pide que deje de ser radical sino que se inscriba en los hechos en el nuevo paradigma.
Yendo al grano: los zafarranchos en torno a si el mando del PSOE debe estar en Rubalcaba o en Chacón es poner la carreta delante de los bueyes. De ahí que, otra vez más, me parezca oportuno que la izquierda derrotada compre, estudie y haga una buena digestión con el libro de Gerardo Pisarello. También la izquierda llamada alternativa. Como es natural, el libro puede ser de no menor utilidad para los sindicalistas.
(1) Riccardo Terzi, “La pazienza e l´ironia” (Ediesse, 2011)