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José Luis López Bulla BANCO MALO
José Luis López Bulla
¿PERO HAY ALGÚN BANCO BUENO?


Nota Editorial. Estamos a la espera de la corrección de las galeradas de un trabajo sobre el discurso de investidura de Mariano Rajoy. Mientras tanto, he aquí un suculento artículo de don Lluis Casas.



Ya me perdonaran ustedes mi agresiva incredulidad. Ya lo dijo Valeri Grossman: no existe el bien, sólo actos buenos. Yo afirmo que no hay bancos buenos, sino...

A estas alturas del asunto puedo pensar que ya cada uno tiene su opinión al respecto. Si uno es banquero y está atrapado por los activos tóxicos, el apoyo del dinero público, el banco malo, es una maravilla. Si no es así, y uno forma parte del exclusivo club de bancos saneados, lo que preferiría es que la competencia que cabalga en excesivos riesgo se caiga del jumento y deje libre el camino. Si uno es partidario de lo público pensará allá ellos con sus negocios. Si uno tiene obligaciones y negocios, o, incluso, algún ahorro no especulativo, lanzará otro mensaje, virgencita, virgencita…Si uno tiene una empresa y proyectos necesita que la visita al banco termine con algún acuerdo crediticio.

En fin, esto es lo que hay, mucho y diverso. Y poco tiempo.

Para clarificarles de que va aquí les apunto algunos datos sacados de un excelente artículo de Público:

- Los bancos tienen 176.000 millones de euros afectados por los males inmobiliarios, de los que 118.000 millones no están provisionados. Esto significa que acumulan pérdidas por la diferencia.
- La CAM y BFA, han recibido ayudas de casi 40.000 millones: más de dos veces el presupuesto anual de la Comunidad de Madrid
- Un banco malo podría llegar a costar entre el 4% y el 12% del PIB, es decir, entre 40.000 y 120.000 millones.
- A los bancos y cajas españoles les vencen 120.000 millones de euros en deuda el año que viene y la incertidumbre ante lo que encierran las cuentas es mala consejera.

Las cifras dicen sintéticamente que nadie tiene suficiente dinero para pagar el gasto y que cualquier método que se aplique generará costes abultados de un tipo u otro, al contribuyente, al usuario de banca o al inversor, o a todos en algún reparto que no me atrevo a decir equitativo.

A estas horas, tal vez Don Mariano ya habrá destapado la opción que el nuevo gobierno utilizará. O no. En todo caso y viendo lo complejo del asunto uno se atrevería a decir que se haga lo que se haga el esfuerzo público debería ser compensado en capacidad de influencia en la banca, si ponemos dinero público que sea a cambio de acciones o equivalentes y que el rescate sea devuelto al tesoro en un periodo aceptable.

Aunque el mayor pero sería desde mi punto de vista buscar una solución alternativa, ya propuesta hace tiempo en diversas ocasiones y desde distintos perfiles, pero nunca tenida en cuenta. Se trata simplemente de utilizar la crisis inmobiliaria para disponer de un parque de vivienda social de alquiler a costes aceptables. España tiene un porcentaje de vivienda de alquiler muy bajo en relación a Europa, también el parque público es menor, sensiblemente menor. De ahí la tendencia milenaria en nuestro país de especular con ese bien esencial que es la vivienda. Lo dicho, si ese enorme estock de vivienda y suelo en manos bancarias y de dificilísima salida a los precios y en las formas tradicionales se transfiriera a un programa de vivienda social de alquiler, el asunto tendría mejor arreglo e incluso financiación: la que aportaría el inquilino.

Terminando, aunque no culminando, tendremos banco malo de un modo u otro y lo que haría que evitar es que fuera a costa de las pensiones, de la ley de la dependencia o de la educación y la investigación. El mal de la banca, al menos, que lo pague la banca. En cómodos plazos si quieren, es inevitable, pero que paguen.

Lluis Casas, descompuesto por las cifras.
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