Mataró (1976). Archivo personal de don Lluis Casas. Les invito a visitar, y adejarse la vista en ello, la exposición que en el Museu Nacional d’Art deCatalunya, el MNAC en la ladera de Montjuïc, ofrecen sobre el fotoperiodismo deguerra a cargo de Robert Capa, Gerda Taro y Chim (David Seymour), con lasfotografías que hicieron en nuestra guerra contra el fascismo y que estuvieronocultas y pérdidas hasta hace muy pocos años.
El material fue utilizadoen su época en periódicos y revistas europeas, en material de propagandarepublicana y en los actos de solidaridad internacional que tan abundantementese dieron en su momento. Eran, por lo tanto, fotografías conocidas en parte,pero su original (el negativo) estuvo, como he dicho, desaparecido por lascausas imaginables de la represión, primero en España con la victoriafranquista y poco después en Francia con la invasión nazi. El azar y unasbuenas manos hicieron que se escabulleran de la masacre y de los depredadoresrumbo a Méjico y ahí, al cabo de muchísimos años, reaparecieron talmente comouna reencarnación civil.
La importancia de estematerial, enormemente abundante, más de 4.500 negativos, está en que forma elnúcleo inicial de la fotografía bélica testimonial. Son fotos en directo, en elfrente, en los pueblos y en la retaguardia que reflejan el momento, laspasiones y los sufrimientos de nuestro pueblo, un conjunto completo. Paraentendernos, son los carretes enteros, sin discriminar. Con buenas y malas fotografías.
La fotografía (y el cine,su pariente cercano) es tal vez el primer arte que depende tanto de la técnica(la capacidad del autor, sus medios plásticos), como de la tecnología, losinstrumentos ya muy complejos, como la cámara, el material impresionable, loscristales (los objetivos en terminología fotográfica), etc.
En la exposiciónlamentablemente no encontraran este aspecto tecnológico, por lo que, tal vez,no entiendan cabalmente los problemas que representaba entonces esa fotografíatan directa, inmediata y arriesgada. Eso del arte y la tecnología que seutiliza es algo que casi nunca aflora, tal vez porque los elaboradores deexposiciones provienen casi en exclusiva del mundo amatemático o afísico. Unaspecto enormemente interesante que se pierde por el camino.
Incluso hoy, todavíaexiste el riesgo para los seguidores de Capa contemporáneos (recuerden Irak yel fotógrafo español asesinado), pero están a su disposición medios técnicos detal magnitud (fotografía digital con tratamiento absoluto del revelado enordenador, etc.) que hacen relativamente más fácil la labor. No es lo mismo unobjetivo de 90 mmque un cañón de 500mm o más, ni es lo mismo una sensibilidad de 100 ASA que lasactuales, que llegan a miles de ASA. En la exposición que les cito solo apareceen un margen expositivo ese componente tecnológico. En el carnet de periodistade Chim, se detalla el equipo: una cámara Leica y tres objetivos, un 35mm, un50mm y un 90mm. Para los entendidos no es necesaria explicación ninguna, siguensiendo los tres la base de la fotografía de cercanía, al lado del mortero ofrente a la trinchera a pocos metros y nada que permitiera la seguridad dela distancia. Hay que decir que Chim tenía un buen equipo para esos tiempos.
Si su curiosidad fotográficasigue en pie, les surgirá a la vista de los contactos (es el positivado que serealiza con el negativo pegado al papel de positivar, pequeño y práctico paraclasificar, para estudiar el recorte o para entrever lo magnifico de loinsustancial) la pregunta básica, ¿tenia esa Leica fotómetro incorporado?Parece ser que no. Que el fotógrafo iba por libre, con su experiencia entérminos de luz, diafragma y exposición como único fotómetro posible. Elfotómetro externo exigía tiempo y tranquilidad, cosa no disponible en elfotoperiodismo de guerra. Por ello verán muchos disparos fotográficos fallidos,con escasa o excesiva luz, con figuras movidas, con trepidaciones de la cámara,etc. Hoy eso sigue dándose solo por torpeza del fotógrafo, ya que la tecnologíaha resuelto mil millones de problemas.
En síntesis, unafotografía tecnológicamente romántica que exige mucho del ojo fotográfico y dela captación del momento expresivo. Y, en el fondo, pasión intelectual yafectiva por lo que se está fotografiando. Por eso dos de los tres fotógrafosmurieron con la cámara a cuestas, Taro en Brunete, aplastada por un carro decombate amigo y Capa en Indochina.
No se pierdan el ladoromántico, la esplendida serie de fotos que Capa hace a Gerda Taro dormida ydentro de un pijama a todas luces masculino y de talla excesiva. Amorosamenteimpresionante.
Como todo en la vida, haycosas buenas y otras no tanto. La exposición ha sido concebida exclusivamentepara la tribu de los sioux, elementos humanos con una vista de lince excelentey muy resistente. Los que somos de otra tribu y disfrutamos de las ventajas dela miopía, la hipermetropía y otros lujos, lo pasamos francamente mal. Eltamaño de las fotos es el que corresponde al negativo (35 mm), excepto las elegidaspor los dioses para ser expuestas en un tamaño mayor, pero a todas lucesinsuficiente. Los comentarios escritos que acompañan a las fotos son tandiscretos que los leía pegado al texto y sin gafas, arriesgándome a serconfundido con el propio tabique expositivo. El interés del público hace que seforme una inmensa cola de miopes pegados a la pared. En fin, no se la pierdan yvayan provistos de binoculares.
Lluis Casas evidenciandoel blow up que lleva dentro