Joaquim González Muntadas
Imaginemos un país en el que ladebilidad de la demanda interna no permite impulsar las inversionesprivadas; en el que el déficit de lascuentas públicas es tan elevado que impide la realización de un plan deinversiones públicas capaz de activar el crecimiento económico; un país muyheterogéneo en cuanto a la competitividad de sus empresas, la calidad de los servicios, los niveles de rentas y necesidadessociales.
Supongamos que nos preguntamos acerca decómo provocar, en este supuesto país, uncrecimiento competitivo basado en la difusión de la innovación. Podríamospensar en facilitar el acceso de los sectores productivos a la tecnología, alconocimiento y a las competencias,confiando en que una mayor disponibilidad de estos recursos facilitará su masprovechosa utilización. Sin embargo, poner en marcha esta política precisa unaprogramación nacional e importantes apoyos presupuestarios públicos y no podríamos hacerlo puesto que, este imaginario país, ni disponede recursos públicos, ni su sistema productivo – posicionado en bienes de bajovalor añadido, con una dimensión empresarial baja - está en condiciones de absorber eficaz yeficientemente esos nuevos recursos innovadores.
Si por el contrario, tuviésemos lafortuna de vivir en un país en el que ya hay conocimiento (a pesar de losdesequilibrios estructurales y la escasez de recursos públicos), lascompetencias y la innovación tecnológica ya existen y están disponibles (pruebade ello son los indicadores de la exportación de algunos segmentos y de losrecursos humanos), pero no se utilizan porque el sistema productivo tienedificultad para relanzarse, sería más fácil imaginar “políticas industriales”de utilización y difusión de la innovación. En este caso ,resultarían máseficaces actuaciones desde el lado de la oferta productiva, con posibilidad de identificar lasinnovaciones y difundirlas.
Sin duda en España coexisten los rasgosde cada uno de estos países. Pongamos el ejemplo de un sector central ennuestra economía, la construcción. Existen tecnologías y conocimiento en materia de construcción sostenible eingeniería punteras en algunas de sus prestaciones. Sin embargo, laconstrucción residencial y de servicios, no está proyectada para ahorrarenergía ni tampoco para producirla, no tiene una relación estable con lademanda de vivienda. Seguramente impulsar una gran programación de cambio en elsector es una opción bastante más eficiente que una deducción en el IPRF, quepara lo único que sirve es para sostener artificialmente las compras. Perotambién lo es, y puede ser más eficaz, impulsar pequeños cambios en los puntos con mayor proyección de futurohaciendo que las normativas, en todoslos ámbitos, vinculen una parte de las nuevas construcciones con los requisitosde futuro: calidad y ahorro de energía. Esta es una opción que además de sereconómicamente sostenible para las administraciones públicas, es inmediatamenteaplicable, y favorece una transformación cualitativa del sector, actuando desde el lado de la demanda.
Se pueden identificar en muchos camposejemplos análogos de saltos potenciales de innovación, suscitados por actosadministrativos no onerosos: ciclo de los residuos y desechos, textilestécnicos, transportes locales, redes intangibles, seguridad alimentaria,química farmacéutica, asistencia social,seguridad vial, contaminación atmosférica, etc. En todos estos campos, y seguroque en muchos más, si se piensa en profundidad en el asunto, la demanda deinnovación puede ser un acicate determinante para la innovación de lasempresas. Esto es lo que nos enseñan lospaíses más avanzados.
La evolución de la inversión en I+D+i enlas dos últimas décadas muestra que la mayor distancia española con la Unión Europea no estáen el componente público sino en el privado. Las empresas españolas inviertenpoco en investigación, desarrollo e innovación, siendo obvio que progresaríanmucho más si lo hicieran, puesto que ganarían competitividad con terceros. Latesis, en consecuencia, consiste en reconocer de un lado, la urgente necesidadde superar nuestra historia, llena de tópicos y grandilocuentes definicionesgenéricas, muchas veces vacías cuando de la política industrial y la innovación se trata y , de otro, sostener que el crecimiento competitivo sepuede activar con políticas que impulsen una demanda cualificada que facilite“encontrar” y transferir conocimiento e innovación y actuar sobre la dinámicageneral del mercado y la demanda del producto. Es decir, analizar con detallelas deficiencias para intentar cubrirlas con medidas concretas y cercanas.
Lógicamente estas medidas puedenacompañarse de recursos públicos cuando no hay financiación suficiente, pero loimportante no es su acepción de gasto sino las facilidades que deben tener las empresas para incorporar estos planes y ser capaces de atender a sus requerimientos. Lainnovación estaría, pues, acompañada deinstrumentos de apoyo de naturaleza fiscal y crediticia: fondos de garantía(capital riesgo) para reducir el riesgo bancario y facilitar el crédito a lasempresas, sobre todo pequeñas que intenten asociarse, para afrontar el saltotecnológico impuesto por el mercado, y de conciertos, con financiación pública,entre las empresas (pequeñas y medianas) con la universidad y los centros deinvestigación.
El proceso de la política industrialdesde abajo, con identificación de lasnecesidades y la difusión de la innovación que hemos ilustrado, presupone quehoy padecemos de escasez de demanda y no de innovación y, lo más importante: que debe existir un compromiso claro por la innovación delos gobiernos central, autonómicos y locales y también una disponibilidadsindical para situar la innovación y la formación permanentes en el centro desus políticas, en todos y cada uno de los ámbitos en los que interviene,empezando en las empresas y los sectores, siguiendo en los observatoriosindustriales, en la negociación colectiva, en el dialogo social, en laconcertación local, autonómica y estatal. Ello implica que debemosimpulsar la innovación en todas y cadauna de las plataformas de dialogo: patronales, sindicales y administraciones ;crear instrumentos que impulsen yfaciliten la alianza de las pequeñas y medianas empresas a fin de mejorar su tamaño, y tener comoobjetivo la cooperación innovadora, porque son condiciones hoy todavía posiblespero no de duración indeterminada.
Joaquim González Muntadas
SecretarioGeneral de FITEQA CCOO