Nota editorial. Hace ya días que dimosnoticia de la pronta aparición del libro Conversaciones en Colomers. Reflexionessobre sindicalismo y política durante la transición a la democracia en España. Yadijimos que se trata de una discusión entre Carles Navales (qed), Isidor Boix yun servidor, animada por el profesor Javier Tébar. Dos cosas: antes de finalesde mes estará ya circulando; esta es la última entrega que hacemos y, comosiempre, tiene la intención de picar la curiosidad del público en general. La conversación arranca así:
Javier Tébar Hurtado(JT). La propuesta del tema sobreel que discutir y reflexionar esta tarde tiene relación con el debate sindicaly político que pudo producirse -aunque probablemente fue un debate inconcluso,por decirlo de alguna manera- en torno a los años de la transición política yel final del franquismo; el inicio de la transición política de la dictadura ala democracia en España. En este proceso histórico, los dos sujetosprotagonistas, junto con otros, fundamentalmente fueron el Partido Comunista,el PSU de Catalunya y el movimiento obrero, un movimiento identificado duranteaquellos de manera fundamental con las Comisiones Obreras. El debate al que merefiero, tuvo estos protagonistas como principales agentes, es decir, partido ymovimiento obrero, o si se quiere partido y “sindicato”… En torno a ladiscusión que tendrá lugar entonces sobre la lucha por las libertades, elcambio político en el país, las formas de organización y de cómo hacer frente auna serie de problemas, aunque cada uno de vosotros, después, pueda hablar delperiodo que va más allá o extenderse hacia atrás o hacia adelante en el tiempo.Pero para comenzar, fijemos un espacio temporal, digamos, el periodo entre elaño 1973 y el año 1977, más o menos, cerrando el proceso que rememoraréis conla firma de los Pactos de la Moncloa; si os parece bien.
Empezaríamos, pues, con una primeraronda de intervenciones de todos vosotros: qué recordáis, qué explicaciónpersonal ofrecéis sobre esta cuestión durante aquellos años. Es obvio, comobien se sabe, que el recuerdo es una interpretación de los “hechos” y no es una“realidad”… La memoria no funciona como si fuera una grabación de losacontecimientos, si no como una reconstrucción de ellos… Lo que os pido es unesfuerzo en el sentido de rememorar vuestra propia experiencia, más que unapretendida interpretación supuestamente histórica o política e ideológica sobrelos acontecimientos que vivisteis y de los que fuisteis protagonistas. A partirde aquí, después, os puedo proponer reflexiones en torno a temas más concretos…Si os parece bien empieza Isidor…
IsidorBoix Lluch (IB). Muy bien…, para empezar diría que más que undebate inconcluso, como lo ha calificado Javier, aquel fue un debate abortado.Es decir, que no hubo realmente debate, que no hubo una disputa organizativa enla medida en que los apuntes de temas en discusión se resolvieron con medidasorganizativas… Aquel era un debate en potencia importante, y lo era en lamedida en que abordaba el problema de la transición: la “ruptura” o la“reforma” políticas. Palabras que todas ellas en sí mismo permiten, pues,simplificar las cosas y seguramente abordarlas más detalladamente, enprofundidad.
En aquel momento hubiera sidointeresante discutir el tema que se planteaba en términos políticos. No hacerlome parece que tuvo un coste… La falta de discusión y la propia tensión organizativa generadas fueronun coste. Me atrevería a decir, en una discusión hoy, a años vista, que dealguna manera había un debate soterrado o una discusión soterrada sobre lapropia dirección del partido, la concepción de su estrategia y proyecto, sobreel futuro del partido, del PSU y del PCE, ya en la democracia… Y lo digo porqueen la medida en que el comunismo español se vio afectado por cambiosgeneracionales y por condicionantes históricos, estos se tradujeron encomplicaciones de estructuras y otras cuestiones que probablemente eraninevitables. Aunque, y esto es lo que me interesa subrayar ahora, en aquelmomento el debate en el seno del partido se situó en el tema del movimientoobrero. “Movimiento obrero” como expresión muy genérica, que significabadiscutir cuál podía ser la configuración del sindicalismo en un futuro próximo.
La palabra “sindicalismo” puede serdeductiva, puede representar ya la polarización sindicato-partido, por tanto,uno de los dos elementos en está en tensión con el otro, o los dos sontensionados por las circunstancias. En aquel momento no era tan sencilla estadiscusión, ciertamente, porque el concepto de “movimiento sociopolítico” quedefinía las Comisiones, a decir verdad, poco definido, podría apuntar a unafunción distinta o que fuera más allá del estricto sindicalismo. Pero, encualquier caso, yo creo que de lo que se trataba era del papel del movimientosindical, del movimiento obrero en el final de la Dictadura.
Uno de los elementos de estadiscusión podía ser lo que se tradujo en algún momento como una propuesta derealización de un congreso sindical constituyente antes o después del final dela dictadura franquista. Este era un elemento implícito importante presente enla dirección del PCE más, tal vez, que en la del PSU…. Opino que aquí, sobreesta cuestión, quien decidió el ritmo e incluso las medidas organizativas nofue tanto el PSU, creo que fue el PCE. Incluso con la expresión de aquellasobsesiones sobre posibles conspiraciones internas, etcétera… Y que en unmomento determinado Santiago Carrillo decidió cortar por lo sano, o dicho deotra forma, decidió no iniciar el debate sobre el asunto planteado en aquellosmomentos respecto a la definición del movimiento obrero, a la relación entrepartido y sindicato. Pero, en cualquier caso, congreso sindical constituyenteantes o después de la caída de la dictadura era una formulación que surgió enalguna discusión tanto del partido como del movimiento de las Comisiones. Meparece que, en realidad, no se exteriorizó demasiado en este sentido y quesuponía, al mismo tiempo, la discusión latente sobre las posibilidades realesque se abrían ante el final del franquismo.
Asimismo, considero que la ilusiónde que el final de la dictadura supondría la apertura de un procesorevolucionario a partir del cual se impondría una democracia avanzada en Españaque iría mucho más allá de las libertades democráticas, de las libertades formales,estaba implícito también en esta discusión. Y, por tanto, el papel delmovimiento obrero en este proceso era importante.
Planteado en esos términos, ladiscusión significaba preguntarse si el movimiento obrero en este periodo podíatener un protagonismo tal que fuera el que acelerara la “ruptura” con elrégimen dictatorial; esta sería de alguna manera la posición que podían haberrepresentado mis planteamientos, compartidos por otros núcleos del partido,pero compartidos no a través de la discusión colectiva, porque no huboestructuras en las que esto pudiera ser posible discutirlo. Lo que sí hubofueron situaciones similares en diferentes territorios, especialmente deCataluña, pero no solamente de Cataluña… Si se quiere existieron inclusoreferentes a los que apelaba esta concepción rupturista a través del movimientoobrero: el Baix Llobregat en un momento determinado pasó a serlo, laexperiencia anterior de Pamplona en torno a Motor Ibérica, los momentospuntuales de El Ferrol, Vigo, Granada, algunas huelgas de Madrid…
CN.Laminaciones de Bandas, durante los sesenta, también marcó mucho…
IB.Sí, también. Es decir, se expresaron momentos determinados que expresaron unacapacidad del movimiento obrero muy fuerte y que ponían en crisis la Dictadura… Y, por tanto,que en sí mismo, aquellos momentos y experiencias, podían ser un elementodeterminante, aunque no el único de cara a acelerar la crisis del Régimen.Claro, esto iba ligado en teoría a la propia política del partido respecto dela “Huelga nacional” vinculada a “Huelga general política”…. Una “Huelgageneral política” protagonizada por la clase obrera, y una “Huelga nacional”como movimiento de “revolución” más o menos pacífica, pero en definitiva detoma del poder democrático, de movimiento de masas a partir de formasunitarias, etcétera. Por tanto, aquí había un problema planteado: la relaciónentre partido, clase obrera, movimiento sindical, población, formas decoordinación democrática –entiéndase, Assemblea de Catalunya- y lo que todoello significaba. Todos estos podían ser elementos de discusión evidentes enaquellos años.
Visto desde hoy, por supuesto, megustaría y creo que tendremos ocasión, de reflexionar sobre si aquello que unoscuantos defendíamos pudo representar, para hablar en términos comunistashistóricos, una “desviación de izquierdas”, un “aventurerismo” en potencia.Confieso que podía haber elementos de este tipo, es decir, cuando decidimosaquel tipo de propuestas... Aunque, por otro lado, yo apoyé el planteamiento deSantiago Carrillo en relación con la bandera y con el reconocimiento de la Monarquía… Por tanto,con ello se produce un salto al considerar lo que en aquel momento aquello queformuló el secretario general significó de apuesta por la reformaclarísimamente. Y, en cambio, yo mismo, y otros tantos, partíamos de unosplanteamientos que podían indicar una voluntad de ruptura y de posible“aventurerismo”, como fue calificado entonces. Esto me parece que podría seruna parte del esquema de discusión que hoy tenemos aquí.
Otra parte del esquema sería larepercusión de todo ello en la configuración del movimiento obrero y delsindicalismo. Hay para esto un cliché, por llamarlo de alguna forma, que seexpresaría en el artículo de Treballtitulado “Comisiones Obreras, sí”[1], y larespuesta que le dimos a esta declaración Manual Pujadas y yo mismo en laprensa que no era del partido. Digo todo esto porque la respuesta que dimosestaba vinculada al librito que meses antes habíamos redactado Pujadas y yomismo. El caso es que dimos respuesta al artículo de Treball en la revista Mundo,titulándola “Sindicato unitario, sí”, y diciendo, con una nota breve, quecomo no podíamos contestar en Treballporque no era posible, pues respondíamos publicándolo en un semanario vinculadoa una empresa de información. Con esta referencia pretendo recalcar queentonces estábamos en un momento en que desde la prensa legal se podía más omenos polemizar con la prensa clandestina, y eso, no se puede negar, tenía suimportancia en aquel momento. Pero también quiero señalar que el mismo númerode la revista Mundo que publicabaesta respuesta ponía en su portada una expresión para presentar la noticia:“Pugna en el movimiento obrero”; de manera que la presentaba como la expresiónde una pelea explícita, formal, de forma organizada por la dirección delmovimiento obrero. Detalle que no puede dejarse de lado, tampoco. Personalmente, este planteamiento depelea creo que era también una deformación de lo que esta sucediendo…. Aunquetampoco era tan erróneo en el fondo porque aunque se me atribuía en un momentodeterminado una frase, aquella según la cual yo habría planteado que a ladirección del partido, a la mayoría de la dirección, había que ponerlos en unavitrina y reconocerles los servicios prestados –y como dicen los italianos: E se non è vero, èben trovato!… Pero aquello simplemente no era verdad, no eraverdad que yo planteara nunca aquella idea. Sin embargo, el afirmar que yo lahabía lanzado podía tener una traducción en el movimiento sindical en el sentidoque se hablaba de “liquidacionismo de Comisiones Obreras”, entendiendo por talal mismo tiempo la destrucción de la estructura de Comisiones Obreras. Debodecir que esto era de nuevo una deformación de los planteamientos quedefendimos algunos. Aunque, pudiera, en cierto modo, recoger elementos realesde la propuesta, por cuanto el ir a un proceso de congreso sindicalconstituyente en los años 1975, antes de la muerte del dictador Franco, y 1976,implícitamente significaba prefigurar una dirección del proceso de constitucióndel sindicalismo unitario que se hubiera configurado a partir de los “viejo” yde lo “nuevo”. Una dirección que no hubiera sido, casi seguro, la estructura deComisiones Obreras stricto sensu, esdecir, del su grupo dirigente y de los órganos de las Comisiones Obreras deaquel momento. Sin duda, aquella dirección unitaria hubiera tenido una parte deestas Comisiones Obreras, pero, al mismo tiempo, habrían surgido, como de hechoestaban surgiendo, nuevos dirigentes sindicales que se incorporarían a ella.Una parte de estos nuevos dirigentes sí estuvieron luego en la propia direcciónde Comisiones Obreras, pero es más que probable que, tras el proceso unitario,de haberse producido, su configuración no hubiera sido la misma que finalmentefue, ni, y esto es evidente, tampoco hubiera sido el mismo el tipo de relaciónpartido-sindicato que terminó consolidándose.
Todo esto, por otro lado, conectatambién a las discusiones, por ejemplo, en el seno del Comité Central del PCEsobre la “unidad sindical”. Hubo una reunión clandestina del Comité Central,todavía en Francia, quiere decirse, entre el año 1974 y el siguiente. Sí, fueentre finales de 1974 y principios de 1975, porque fue antes de mi separaciónde los órganos de dirección del PSUC que se produjeron a partir de marzo de1975. Pues bien, es esta reunión del Comité Central de PCE, en la que creo queestaba alguno de los que estamos aquí presentes, surgió una frase que yaapuntaba elementos sobre el tipo de relaciones Comisiones Obreras-Unión Generalde Trabajadores que debían establecerse; no sé si en esos términos exactamente,pero implícitamente hacían referencia e ello. Recuerdo haber conseguido, paravender mi voto positivo en el pleno, que aquella formulación se cambiaría negociandocon Ignacio Gallego y Santiago Carrillo… Me explico: yo había dicho que meabstendría para aquel punto de discusión en la reunión y finalmente se cambióla frase diluyendo el concepto inicialmente formulado. Porque si se hablaba enaquella época de Comisiones Obreras (CCOO) y la “Unión General de Trabajadores”(UGT) o estructuras sindicales próximas al PSOE -no recuerdo yo exactamente lafrase tal como estaba formulada- de alguna manera se estaba apuntando hacia laidea según la cual se aceptaba la existencia de un sindicato comunista y de unsindicato socialista. Esta era de alguna manera la discusión en ese pleno delComité Central. Es decir, Comisiones Obreras sindicato unitario o ComisionesObreras sindicato comunista o sindicato de influencia comunista, o dicho deotra manera, Comisiones Obreras la “Confederación General del Trabajo”española, la CGTfrancesa en España, con lo que todo esto representaba. Frente a la UGT como central sindicalsocialista. En mi opinión, este era otro componente de las propuestas en tornoa la “unidad sindical” y al papel del movimiento obrero en el cambio políticoque se avecinaba.
Pero para seguir avanzando en eltema, con la finalidad de ordenar la discusión, debo decir que otra componenteque también apareció en el debate abortado de de aquellos años fueron las“desviaciones derechistas”; para entendernos digo las “desviacionesderechistas” que también estuvieron identificadas con el contenido del libroque publicamos Pujadas y yo mismo al que me he referido anteriormente, “Conversaciones sindicales con dirigentes obreros”.[2] Loparadójico de la cuestión es que, desde mi punto de vista, creo que en elmomento que las “desviaciones izquierdistas” estuvieron ligadas a esta mismaidea de sindicato unitario, de ruptura y a la huelga de SEAT entre finales de1974 y principios de 1975 (huelga que, debo decirlo, se consideró en lostítulos de Mundo Obrero como“Ejemplar lucha de los trabajadores, etcétera, etcétera”), luego, enmarzo-abril del mismo 1975, cuando Magistratura del Trabajo dictaminó que losdespidos de los trabajadores de SEAT implicados eran procedentes, y fueroninicialmente centenares, casi 500 los despedidos, entonces desde los órganos deprensa y la dirección del partido sedijo que la convocatoria había sido un error o un planteamiento equivocado, sinbase. Fue calificado de “izquierdista”, de “aventurismo”… Este fue el motivo deque se decidiera la publicación de un número de El Comunista, el órgano del partido en SEAT, condenando, en fin,haciendo crítica de la convocatoria de huelga en SEAT tal como se habíaplanteado. Se me encargó redactarlo y yo indisciplinadamente dije que loredactaran los que así lo entendían, que era un poco difícil que pudierahacerlo, puesto que no estaba de acuerdo con esa idea; y, al final, este númerono salió publicado. Algunos que ni están aquí ni siguen vivos, quedaronencargados finalmente de redactarlo. Pero, en cualquier caso, este elemento de“izquierdismo” que era detectado por la dirección del partido en las actuacionesen las que, junto con otros, yo estaba comprometido en SEAT, iba al mismotiempo acompañado -y por eso digo que podría interpretarse como algoparadójico- de una crítica a nuestro “derechismo”. No niego que aquel fueratambién un mecanismo que se empleara por parte de la dirección del PSU, ademáses posible que así fuera, lo que pasa es que los “pecados” están ahí y, portanto, no pasa nada si uno los menciona… Debo decir, que esta doble crítica,de “izquierdismo” y de “derechismo” al mismo tiempo, iba también dirigida allibro aparecido hacia finales de septiembre y principios de octubre de 1975, entodo caso hacia el final de aquel verano y de la muerte del dictador, el 20 denoviembre. Estaba conectada de alguna manera no tanto a las entrevistas que allíse recogían a diferentes dirigentes obreros, sino a la introducción y a laparte final del librito, en la medida que en ellas se hablaba de negociacióncon la patronal y de educar a ésta incluso a través de la acción sindical,etcétera.
Me parece que éste es otro elementoimportante que, en mi opinión, tampoco entonces se discutió demasiado y que, dealguna manera, también pienso que impregnó la primera etapa de ComisionesObreras en la legalidad o después de la “Transición” política. Y esto fue así hastael punto que, en cierto modo, tendría su traducción en la actitud de ComisionesObreras con relación al Estatuto de los Trabajadores, por ejemplo, deoposición, por tanto, de no negociación del tema. Y, seguramente, en algunas delas formas de acción sindical en la primera etapa de la negociación, de losgrandes convenios, de las grandes huelgas de los convenios estatales,probablemente todas muy lógicas, legítimas en cualquier caso, evidentemente, yútiles en la medida en que representaban una explosión de reivindicaciones, deexigencia del propio sindicalismo organizado, de falta de interlocutores… Pero,en cualquier caso, aquí, en este asunto, también habría otra componente queestaba presente en las concepciones diferenciadas respecto del papel delmovimiento obrero y de la apuesta por el sindicalismo unitario durante elproceso de transición.
Seguramente hubo en todos aquellosacontecimientos más aspectos a considerar. Ahora, voy a retroceder un poco enel tiempo, y casi con esto terminando esta primera introducción. Quiero señalarun aspecto de las discusiones que, en determinados ámbitos, todavía hoy unosigue oyendo, y que están relacionadas con los fenómenos que se decía que seproducían en el Baix Llobregat, en SEAT y en otros lugares. Ya entonces, yparece que sigue planteándose de diferentes formas, la pregunta es si erangeneralizables o no aquellos movimientos de reivindicación y protesta obreras.Es decir, un poco la discusión de si era posible considerar que los fenómenosque se estaban produciendo se podían desarrollar a nivel español para poderhacer la “Huelga general política”, puesto que de alguna manera la “Huelgageneral política” estaba ligada a la“Huelga nacional”, y si aquellas formas de lucha y de movilizaciónsignificarían una explosión del movimiento sindical en su conjunto. No creo queesto fuera un problema estadístico, es decir, de número, sino un problema degeneralización suficiente de las acciones de estas características en el paíspara poder proyectarse sobre la realidad política y para poder enlazar con lossectores de la población estructurados a través de los órganos democráticos,tipo Assemblea de Catalunya y otros. Ante la pregunta: ¿Era esto era posible?la respuesta era que no, por lo menos la respuesta oficial del partido fue queno era posible en la medida en que el proceso de acumulación de fuerzas seentendía (yo creo que de una manera demasiado lineal) como una explosión, yquizá no atendiendo suficientemente a fenómenos que apuntaban a explosiones deestas características que no tenían, aparentemente, una estructura previa.
Como elemento anecdótico dentro delas iniciativas sobre el papel del movimiento sindical y del proceso unitario ala que me estoy refiriendo quiero señalar el propio miedo político que AlejandroFernández Sordo y Santiago Carrillo expresaron en los meses finales de 1975cuando, uno, como ministro de Relaciones Sindicales, y otro, como secretariogeneral del PCE, a la propuesta que se les hizo llegar de celebración de uncongreso sindical constituyente en base a un delegado elegido por cada diez miltrabajadores -se les hizo llegar a través de José María Socías Humbert,posiblemente todavía como delegado provincial de Sindicatos de Barcelona, esdecir, en el mes de septiembre- tanto Fernández Sordo como Santiago Carrillorespondieron que no.
Estos diversos aspectos que he idoexponiendo, de alguna manera todos interrelacionados (huelga general, partido,partido-sindicato, sindicato, unidad, UGT, ruptura, reforma), desde mi punto devista configuran un extenso referente de problemas, de temas para su análisis ydebate. Temas algunos de los cuales, desde luego, tienen historia… Es evidenteque en los años finales de la década de los sesenta empieza a haber elementos,a lo largo de primeros de los setenta se van desarrollando y concretando,condicionados por la propia enfermedad deFranco, que va jugando un papel importante, la propia estructura del partido,su discurso, la intensificación de la protesta social y política, entre otrascuestiones. Pero me parece que a lo largo de esta charla ya irán apareciendomás cosas; por ahora, para comenzar estoy convencido de que ya hay más quesuficientes elementos planteados.