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José Luis López Bulla CONFLICTO SOCIAL Y AFILIACIÓN SINDICAL
José Luis López Bulla


Antonio Baylos ha terciadoen el debate sobre el conflicto FORMAS NUEVAS YVIEJAS DE EXPRESIÓN DEL CONFLICTO al que nos referíamos hace pocos días. En esta ocasión intentaremos avanzarotra pincelada con la idea de que, cuando tengamos más material, se procederíaa darle un cuerpo más compacto. Naturalmente, si el tiempo lo permite. En todocaso conviene hacer una aclaración: aunque el ejercicio del conflicto no secircunscribe al sindicalismo, nosotros nos vamos a referir sólo a esta faceta.

 

Una reflexión sobre el ejercicio del conflicto social ha de partir deuna ineludible consideración: el sindicalismo es un sujeto-conflicto. Es más, incluso cuando negocia en cualquier ámbitolo hace desde su personalidad claramente alternativa, es a saber, conflictual.De manera que el uso de las “formas nuevas y viejas de expresión del conflicto”se inscriben el carácter que debe tener el sujeto social.  Estamos, por así decirlo, ante algo no sólodescriptivo sino fundamentalmente prescriptivo. Y remachando el clavo: esta noes una cuestión contingente sino inmanente.

 

Es cierto que la personalidad conflictual le viene por la naturalezaalternativa que expresa el proyecto-que-se-organiza,no por el que retóricamente se fija en los libros sagrados de loscongresos. Vale decir, aquello que se aplica o, si se prefiere de manera másampulosa, por la praxis sindical. Por otra parte, es de cajón que no esirrelevante en todo ello el volumen de su fuerza establemente organizada, estoes, de la afiliación. Por ejemplo, un sindicato (solamente) de cuadros sin unavoluminosa fuerza afiliativa que le acompañe es una organización limitadamenteconflictual. Por lo demás, tengo para mí que existe una relación entre elejercicio de cada conflicto puntual y el nivel de nueva afiliación que se  consigue. Pongamos por caso un convenioconcreto: la bondad de lo conseguido debe medirse, también, por el consensoactivo –por la afiliación nueva que ha concitado— tras la finalización de dichoconvenio, tanto si ha concitado o no una determinada movilización.

 

Ello adquiere más importancia, si cabe, en los momentos actuales y,sobre todo, a partir de ahora. Porque, aunque los niveles de participación enel ejercicio puntual del conflicto son relevantes, lo cierto es que la afiliación–esto es, la fuerza estable--  no está ala altura de los desafíos en esta etapa donde confluye, de un lado, una potenteinnovación-reestructuración tecnológica en el cuadro de una crisis económica deenormes proporciones y, de otro lado, un ninguneo de los poderes políticos yeconómicos del conflicto social. Se me dirá, con razón, que son cosas sabidas.Pero es más verdad todavía que son cosas que parecen olvidadas.  

 

  

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