Lascifras de las que se hablaba cuando la propuesta provenía de la oposición deizquierdas a CIU, cuando se debatía en el gobierno de izquierdas o como, ahora,al resuello de la derecha nacionalista, son moderadas. Que nadie se llame aengaño, el euro o los tres euros para hoteles que cobran 100 o mil euros pornoche no resultan comprometedores. Ningún operador turístico se echará atrás ensu oferta catalana por esa menudencia. Si la habilidad legislativa mejora y ala pernoctación se incluye toda la variopinta actividad de ocio y restauraciónafecta al turismo, la cosa puede ser aún más interesante: menos cargaindividual y más recaudación global.
Detodo ello, el debate realmente inteligente está en lo se debe hacer con losfondos, para qué servirán, cómo se distribuirán (recuerden que Barcelona ya hareclamado su parte del pastel) y que factores de control y planificación seestablecen. No pueden ser una especie de lluvia benefactora, ni fondos para losamigos. Hay una política compleja por hacer. Sin ella, el debate es de taberna,no llega ni a tabernáculo.
Esperoque la habilidad parlamentaria florezca para el caso y que haya socialmenteentre los sindicatos y entidades la comprensión suficiente sobre unaherramienta de cambio para el sector turístico y para el país de primer orden Ytodo por cuatro duros, perdón euros, y pagados por los de fuera.
Sirecortamos gasto social, si laminamos sueldos y salarios, ¿por qué los alemanesque nos visitan no pueden aportar un pequeño óbolo que permita mejorar losresultados globales del negocio y asegurar su rendimiento para el futuro?
Hayalgunas experiencias al respecto de políticas públicas que generan rechazosectorial simplemente por escasez de conocimiento y exceso de codicia. Veansino las zonas comerciales a las que se impide la circulación automóvil.Primero guerra mundial y después, en meses, mejora del negocio. Y así muchas.Estamos en este caso en las mismas. Mejor cerebro que bolsillo primario.
LluisCasas partidario.
