Quien (todavía) todo lo puede en el PSOE ha decididoque el debate entre Rabalcaba y Chacón no era conveniente “porque este es elmomento de la elección de los delegados”. Una chocante orden que, como enanteriores ocasiones, ha sido acatada sin rechistar. Chocante de igual maneraporque establece una separación entre “debate” y “elección de delegados” a lacita congresual. Por otra parte indica la suposición --por parte de quien(todavía) todo lo puede— de que el uno y la otra, en vez de debatir, iban amorderse en la yugular.
Pues bien, la orden envía subliminalmente una seriede mensajes que convendría analizar. De un lado, no es hablando como seentienden o no las personas sino con los brazos en alto; de otro lado, ladiscusión es un perifollo contingente, algo así como una chuchería delespíritu. Lo importante es la votación al margen del debate. ¿Qué a quién se hade votar los sufridos militantes? La respuesta es clara: siguiendo el famosoconstructo del cuius regio eius religio [el súbdito debeprofesor la religión del príncipe]. Pero, comoquiera que hay tantos príncipes yprincipitos, el sidral estáaproximadamente servido.
Esta es la consecuencia de una metodología asumidacon naturalidad por la dirección socialista y muy en particular por Rubalcaba yChacón, es a saber: poner las carretas delante para que tiren de los bueyes,algo que desafía todos los principios (por lo menos, los conocidos) de latermodinámica. Mientras tanto, el uno y la otra se parecerán cada vez más a losdos retratos de mis abuelos en el comedor de mi casa en Santa Fe, capital de la Vega de Granada: nunca segiraron sus ojos a mirarse un ratico, al menos mientras yo estuve allí.
¿Qué por qué me preocupo? Porque, aunque fuera delescenario, no soy indiferente a cómo sea el próximo periodo político; tambiénpor el mayor contagio de ese método de poner las carretas delante de losbueyes: primero, y sólo primero, está quien dirige; después, si hay tiempo, nospondremos a pegar la hebra. Lo que, en esta ocasión, pervertiría el carácter delas primarias. Que se convertirían en una serie deadhesiones estéticas que recuerdan mi elección por Eisenhower frente a AldaiStevenson porque Ike siempre aparecía partiéndose de risa en las fotos quepublicaba el Ideal de Granada. (No mejuzguen muy severamente, todavía no había cumplido diez años).
En suma, oiremos monólogos del uno y la otra. Peropuede que la orden dada tenga un gato escondido: impedir que a ambos candidatosse les vaya de la lengua censuras a la gestión de quien (todavía) todo lopuede. Eso sí, dichas con desparpajo, como aquel que dijo: “América no existe,yo estuve allí”.