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José Luis López Bulla LA CONCERTACIÓN SOCIAL PARA LA REFORMA LABORAL BAJO LA PRESIÓN MEDIÁTICA
José Luis López Bulla




Nota. El original de este trabajo se encuentra en el blog de Joaquín Aparicio Desde mi cátedra





Escribe: Joaquín Aparicio Tovar


En los blogs amigos, SegúnAntonio Baylos y Metiendo Bulla dela rica esfera  paparandiana se están intercambiando muy atinados yprofundos puntos de vista sobre las nuevas formas del conflicto social. Unacosa que emerge en todos ellos es la enorme importancia que hoy tiene eltratamiento mediático. En esa línea, una reflexión se añade desde aquí, cual es que probablemente la importancia del tratamiento mediático sobre laeficacia del conflicto está en relación con la mayor o menor generalidad delmismo, partiendo siempre de que los medios, por lo general, son hostiles a todoconflicto y, por extensión a los sindicatos. Pero la presión mediática no soloafecta, como ya sabe, al conflicto social. Estos días, en concreto, estamosviendo cómo la presión mediática está pervirtiendo el sentido de laconcertación social.

 Como en alguna ocasión ha dicho nuestro querido maestroUmberto Romagnoli, la concertación social es una hermosa flor que crece en lacampiña, libre, no es cultivada en un jardín bajo la atenta mirada y cuidados(abonos, insecticidas, podas) del jardinero que consigue incluso hacerminúsculos bonsáis de lo que podrían llegar a ser grandes árboles. Esa flor eshermosa porque mejora los mecanismos de representación de intereses de una granparte de la población dentro de las democracias europeas y no solo europeas,que tienen el gran problema de ser poco representativas y con una grandistancia entre representantes y representados, de lo que es muestra lasimpatía que despiertan movimientos como el 15 M. Es decir, mejora lademocracia misma. Las reformas que se hacen a través de la concertación socialgozan de una legitimidad mayor que las impuestas por leyes aprobadas enexclusiva por las cámaras legislativas. 

Pero eso era hasta esta crisis. Desde 2010 los Gobiernosconstriñen a las partes sociales a que concierten una reforma y les marca elguión y los plazos (un guión escrito, además, en organismos supranacionales).Es evidente que como son reformas que recortan derechos a los trabajadores, losGobiernos con ese modo de proceder pretender evitar el desgaste que laimpopularidad de la reforma conlleva.  Pero ya no estamos ante una flornacida en la campiña, sino en un estrecho “formal garden”  que tiene enlos medios de comunicación a uno de sus más implacables jardineros.

El caso presente es paradigmático. Se ha demostrado por activa,pasiva y perifrástica, que las reformas laborales ni crean ni destruyen empleo,sin embargo el nuevo gobierno conservador español, con potente estruendomediático, lanzó a viento y marea, apenas tomó posesión, que era urgente unareforma laboral más profunda que la se acaba de hacer en 2010, y puso plazo.Ahora el guión estaba sugerido a través de la patronal. La última es la rebajade nota de las agencias de calificación. ¿Qué es lo que destacan los medios deformación de la opinión? Que si no hay reforma laboral se seguirá rebajando lanota, cuando es un disparate lógico,  es solo una descarada manifestaciónde chantaje. Los especuladores internacionales se sentirán más proclives acomprar deuda soberana española si los trabajadores españoles tienen menosderechos y los empresarios más poderes para disponer de la fuerza de trabajo.Pero ese fue el argumento en 2010 y 2011 y, a pesar de que se hicieron lasreformas, los especuladores quieren más, no se sienten satisfechos y nunca loestarán.

En estas condiciones el papel del sindicato confederal es muydelicado. Rechazar las negociaciones de plano, aún en esas condiciones, noparece la vía adecuada cuando están en juego condiciones de vida y trabajo demuchos trabajadores que pueden ver perjudicada su situación seriamente si sedeja vía libre a una imposición unilateral por parte de Gobierno y patronos,pero si la reforma del 2010 ya fue contestada con una huelga general y la basede partida de la negociación actual es que los parados actuales son debidos ala timidez de la misma, y, además, se pone un plazo perentorio, no puededecirse que  estemos ante una reforma, sino de un trágala con el que elgobierno busca una legitimación a sus impopulares recortes, ahora de derechos.Si los sindicatos no pactan, los bombardeos de los medios ya se ven venir conel previsible argumento de que son organizaciones caducas que defienden a losocupados  (insiders) frente a los desocupados (outsiders).Pero si pactan, esos mismos medios no dejaran muchas opciones a explicar losargumentos sindicales con claridad y acabarán sutilmente (y no tan sutil)pintándolos como colaboracionistas. Los sindicatos corporativos o decategorías, mejor tratados por los medios,  lo tienen más fácil porque losintereses más amplios de los trabajadores y ciudadanos les son secundarios y depaso aprovecharán para lanzar las más gruesas descalificaciones a lossindicatos confederales.  Con la reforma de la Seguridad Socialya hubo un claro ejemplo.  Si de los que se trata en esta falsanegociación es de que los sindicatos contribuyan a legitimar un (todavía) mayor poder empresarial a cambio de una vana cuestión de fe de que algún díamejorará el empleo gracias a estos “sacrificios”, pues la verdad no parece quemerezca la pena. Como diría Carlos Puebla: “Para la leche que da la vaca, quese la tome el ternero” y que cada palo aguante su vela.

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