José Luís López Bulla y Manel GarcíaBiel
Alberto Garzón, Economista y Diputado de IU, ha publicado ensu blog sus Primerasimpresiones de la reforma laboral. Es posible que sus comentarioshayan herido la sensibilidad de no pocos sindicalistas que siempre somos tanpropensos al berrinche cuando no nos doran la píldora. Pero, a buen seguro,habrá otros que pensarán detenidamente las palabras del diputado por Málaga.Comoquiera que el berrinche no lleva a ningún lado, nosotros dos –sindicalistaseméritos-- ponemos a considerar atentamente lo que nos dice el diputado Garzón.
Afirma nuestro hombre que los sindicatos están desprestigiados. Esta es una visiónrecurrente que también campa por algunos caminos de las izquierdas. Y a la quese ha dado respuesta en Las injustas criticas a lossindicatos. Pero, a nuestrojuicio, no se compadece con los datos. Y, francamente, los tozudos datosexpresan algo diferente. Tomaremos como elemento la situación catalana, a faltade otra documentación. Aquí han participado en los comicios 1.324.124 trabajadores.Se han elegido 56.768 delegados, cuya proporción a los sindicatos mayoritarioses la que sigue: 24.150 de Comisiones Obreras (42,61%), 23.365 para Ugt(41,22%), 2283 para Uso (4,02%) y 1259 para Cgt (2,22%). Habrá que añadir queel nivel de participación en los centros de trabajo supera, por lo general, elnoventa por ciento. Lo que indica que el abstencionismo es, en estosescenarios, bastante irrelevante.
La primera conclusión es que larepresentación del sindicalismo mayoritario es muy significativa. Pero no lo escomo impresión abstracta sino en concordancia con los datos. Y de ellos podemossacar pacíficamente otra conclusión: no se da tan abultada confianzarepresentativa a quien está desprestigiado. Es más, ¿alguien se ha parado apensar que, precisamente en ese contexto de recurrente ataque inmisericorde alsindicalismo, los trabajadores responden renovando su confianza en él? Sugerimosque el diputado Garzón discurra sobre el particular y, en base a tan claradocumentación de la representatividad sindical, aclare qué relación debeestablecerse entre los resultados electorales y su idea del desprestigiosindical.
En lo atinente a sus primerasimpresiones sobre el acuerdo recientemente firmado poco hay que decir. Eldiputado Garzón tendrá sus motivos legítimos para mostrar su desacuerdo como,en sentido contrario, el diputado Coscubiela lo ha hecho. Dicho lo cual, no compartimos lo que en suartículo nos dice Alberto Garzón y quetranscribimos de seguida.
Por eso yo veo dos opciones interesantes para los sindicalistas. Laprimera, aceptar que no hay una relación de fuerzas suficiente como paraenfrentar el poder abrumador de la derecha. Eso conllevaría negociar todo loposible y comenzar una estrategia de reorganización que permita recuperarfuerzas y plantear una ofensiva en los próximos años. La segunda opción,renunciar a negociar y aceptar que es mejor que se gobierne por decreto aparticipar en un proceso que te hiere. La negociación te hace partícipe, y esuna guerra que nunca se ganará en las actuales condiciones. Así, un planestratégico debería pasar por reconstruir la base social reconcilíandote conella.
Ninguna de las dos opciones interesantesque plantea nos parecen convenientes.
¿Qué quiere decir exactamente aceptar (sic) que no hay una relación de fuerzas suficiente para enfrentar el poderabrumador de la derecha? Si se refiere al cuadro político institucional no podemoscontradecirle. Ahora bien, esa aceptación no se traduce mecánicamente a “losocial”, donde –incluso en estos momentos, y otros peores— la autonomía dedicho espacio (aunque no absoluta) permite una acción colectiva no despreciablea través del ejercicio del conflicto. Que no está al albur de las contingenciasy necesidades de ningún partido, incluso de las izquierdas. Efectivamente, eldato de la mayoría absoluta generalizada del Partido popular condiciona laacción del sindicalismo confederal, pero no lo cancela.
La segunda opción no tiene sentido. Renunciar a negociar y esperar que se legislepor decreto o es una broma o algo disparatado. Es cierto que ahora se negocia a la contra, como se ha dicho en SALIR DE ESTE TIPO DE REFORMAS. Pero inclusoen este estado de defensa –y precisamente por ello-- el acuerdo ha ido, en algunos aspectosnotables, en dirección opuesta a lo que se pretendía. Que se legisle pordecreto a la espera de tiempos mejores sería acompañar al gallo de Morón. Esmás, querido diputado, ¿acaso no pondrías el grito en el cielo si el PPgobierna por decreto y no negocia nada con vosotros en sede parlamentaria?Pues, entonces, no vemos las razones para no hacer el sindicalismo confederaltres cuartos de lo mismo. Se nos dirá que lo importante son los contenidos.Justo. Pero es ahí donde discrepamos de la valoración que has hecho, queridodiputado.
