Ternura paternal. Mi amigo y su hijita.
A propósito del artículo que publicamos Manel GarcíaBiel y un servidor hace unos días acerca del “desprestigio” de los sindicatos,algunos comentaristas han afirmado que los datos que dábamos (esto es, losresultados de las elecciones sindicales) no lo expican todo. A ese todo, por mi parte, no hay objeción. Pero quienes asíargumentan no añaden nada más, con lo que la opinión responde sólo a impresiones. Ahora bien, es posible quesi tales resultados demostrasen un fiasco sindical serían tenidos en cuenta. Enese sentido, los datos serían convincentes. Lo que, en el primer caso, seríaalgo más que una picardía argumental.
A los datos hay que recurrir para lo bueno y para lopeor. Es lo que nos enseñaron en tiempos antiguos: el análisis concreto de lasituación concreta. Por ejemplo, cuando mi sindicato (o cualquier otro) sufreun revés electoral en un centro de trabajo hay que convenir que, allí mismito,se había producido un desprestigio a la altura aproximada del nivel de suderrota. Si, por el contrario, la cosa es al revés, ¿habrá que afirmar que también está desprestigiado? ¿Qué forma de razonar es esa?
Por otra parte, es sabido que los comicioselectorales se celebran en un periodo de tiempo alargado. Es decir, de maneraitinerante. Pues bien, ¿qué vínculo, que no imaginario, habría entre el mentadodesprestigio y los resultados itinerantes de las elecciones sindicales? Porque,a decir verdad, el razonamiento lógico tiene sus “servidumbres”? Uno de elloses, por ejemplo, encontrar como defectuoso el siguiente razonamiento: era denoche y, sin embargo, llovía. O, lo que es lo mismo: los trabajadores votanmasivamente al sindicalismo confederal y, sinembargo, están desprestigiados.
Se dice que otro baremo, que no tuvimos en cuentaGarcía Biel y un servidor son los bajos niveles de afiliación sindical. Lo quees, en efecto, una gran verdad. Pero ello no impide que pongamos sobre la mesalo siguiente: es verdad, hay una afiliación a todas luces insuficiente. Pero elcaso es que la afiliación se incrementa, que no desciende. Si descendiera habríaque pensar, claro que sí, en sus motivos: uno de los cuales podría ser, en esecaso, el real o imaginario desprestigio sindical. Pero, como se ha dicho, losdatos van en otra dirección. ¿Qué por qué hay una afiliación insuficiente? A mijuicio, porque el comité de empresa es el sujeto principal de la accióncolectiva en el centro de trabajo, cosa que impide objetivamente que el sindicato incremente substancialmentelos niveles de adhesión directa al sindicato en tanto que sindicato. Pero estoes harina de otro costal.
Por supuesto, en una discusión de cualquier calibre(también en esta acerca del desprestigio sindical que afirman algunos) tienencabida las impresiones, pero no cuentan con la fuerza de los datos, especialmentecuando se disponen de ellos. Yo, sin ir más lejos, no me pondría en manos de ungaleno que me dijera, sin más, que tiene la impresión de que lo mío no esapendicitis (cosa que, por cierto, me ocurrió); y, sin embargo, al díasiguiente me ingresaron en el Hospital con un ataque de apendicitis que casi lapalmo. Allí me la quitaron, pero antes el equipo médico (el doctor Pérez y ladoctora Cuadrado), observó los datos, los datos, los datos, los datos. Y tambiénlos datos.