En Granada, hoy. Hoy ha sido un día grande en las Cincuenta y sieteciudades que se han manifestado contra esa putativa reforma laboral. En muchasde ellas, según informan amigos de probada seriedad, han sobrepasado en mucho lasmovilizaciones anteriores. Las panorámicas aéreas de otras tantas documentan laoceánica participación de personas. Lo dicho, las Cincuenta y siete han estadoa la altura; el sujeto convocante, el sindicalismo confederal ha salidoprestigiado. Hoy, además, ha fracasado la agresiva y tosca campaña contra losdirigentes sindicales, aunque el éxito de la jornada será “vengado” por los espadachinesde la calumnia organizada que, sin lugar a dudas, volverán a la carga. Demomento, sin embargo, tal gentualla ha tenido que tomar una tonelada debicarbonato.
La jornada de hoy, que es la culminación de unproceso que viene de muchos meses atrás, podría abrir un nuevo ciclo en la accióncolectiva cuyo objetivo es la defensa del interésgeneral, que expresa el universo de los derechos sociales a preservarcelosamente. De ahí que las Cincuenta y siete ciudades han hecho un ejerciciodemocrático de primer orden que se confronta contra el sistema-empresa comofuente de legitimación de la política.
Digo, incluso titubeando, que la apertura de estenuevo ciclo podría distinguirse por la reunificación de todas movilizacionessectoriales en un interés general expresamente manifestado. Y, tal vez –si lasizquierdas políticas aprehenden cabalmente el significado de la jornada— en unintento de relación entre lo social y lo político. Por lo demás, hoy no ha sidoel miedo lo que ha primado sino la necesidad activa de para los pies alsistema-empresa y una rotunda moción de censura al gobierno de Termidor.
