Juan Antonio OrtegaDíaz-Ambrona ha publicado un artículo en El País Contralas malas prácticas bancarias donde nos dice: En realidad el actualmalestar se vino anunciando en los últimos años. En efecto, las reclamacionesde clientes ante el Banco de España pasaron, de 7.449 en el año 2008, a 13.640 en 2009 yllegaron en 2010 a14.760. En la CNMVlas presentadas fueron 1.058 en 2008; 2.154 en 2009 y 2.296 en 2010. Elcrecimiento aconseja adoptar alguna medida en este campo.
Primera conclusión: lasllamadas malas prácticas de la banca han crecido de manera espectacularprecisamente en el transcurso de la terrible crisis económica que estamossufriendo (unos mucho más que otros). La segunda conclusión: ¿se puede aceptaresa piadosa nomenclatura de “malas prácticas” o en verdad se trata de otracosa? Pregunta retórica, por supuesto.
Pues bien, justamente cuandoel volumen de denuncias es tan elevado –y en estos momentos de justificadaalarma por la cosa de las preferentes-- la solución que idean desde los poderespúblicos es el perifollo del Código de buenas prácticas. [En Granada, se diríaque eso son pollas en vinagre] Ese código es un placebo dado sucarácter voluntario. Que acabará siendo algo tan vaporoso como la llamadaresponsabilidad social de las empresas y otras ideaciones gaseosas con las quese disfrazan algunas instituciones para no infundir excesivas sospechas.
Las denuncias que arriba sehan citado corresponden a centenares de miles de personas. Cosa obvia, se dirá.Pues bien, no se ha dicho todavía que ese gentío es el mercado. El mercado de las entidades financieras. Entonces, ¡ohparadoja!, los bancos engatusando primero y engañando a continuación a sumercado. Que sea un mercado invertebrado no anula su naturaleza. Se trata del carácter bífido de esta economía.
Ah, se me olvidaba: delenda est Carthago. Perdón, quisedecir: delenda est la reforma laboral.
