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ELOGIO DE LA CORRUPCIÓN O LA PESTILENCIA DE UN INDULTO
Que Dios se apiade de tí. Esa frase es una síntesis de la creencia cristiana respecto a la valoración divina sobre las faltas (pecados) que sus creyentes cometen en esta vida (de la otra nadie sabe nada cierto, ni siquiera el gran Dante que diseñó para nuestro placer un viaje de ida y vuelta).
Uno imaginaria que los creyentes, entre los que cabe incluir a ese partido oportunista que es Unió Democràtica de Catalunya que se autoproclama demócrata cristiano, depositarían en esa frase cualquier esperanza de redención de sus malos actos. Pues no es así, al menos para quienes tienen la suerte o la habilidad de pertenecer a determinadas parroquias, sean bancarias, policiales o sean de UDC. Estos, a parte (imagino) de encomendarse al altísimo (el pobre que culpa tiene de los líos terrenos), tienen más claro que los propios materialistas de esta tierra que conviene que los poderes terrenales anticipen lo que desde el cielo no se está tan seguro de obtener. Así es como unos chorizos de dinero público, condenados por los tribunales de aquí abajo, han conseguido un indulto terreno en espera del definitivo en la otra presunta vida.
La cosa es bien conocida aquí en Parapanda, tanto por el canciller, como por el alcalde, ya que ambos tuvieron en tiempos algo que ver con la detención inicial de los culpables. Debo añadir que el caso de referencia del presente indulto es sólo uno más de los diversos que ha producido la derecha creyente, entre los que se incluye una derivada filipina con un presunto suicidio incluido. Por ello les advierto que Chicago años treinta no está tan lejos como la distancia geográfica parece indicar. ¿A que viene hoy, años pasados, caso resuelto judicialmente, el indulto? Me pregunto. O mejor: ¿qué le ha costado al gobierno catalán y por ende al sufrido contribuyente autóctono esta oscura maniobra?
Es sorprendente como un partido que nunca se ha presentado a cara descubierta a las elecciones logra tamaños éxitos. Tampoco parece razonable que su idiosincrasia cristiana, es decir, con perdón, católica, apostólica y romana, sea o tan exigua o tan flexible para mantener individuos e individuas que mienten hasta en el carnet de identidad y que acumulan favores a quienes este mundo terrenal ya ha premiado con autopistas, constructoras y otros elementos de riqueza mayúscula. Un asunto que huele más a negocio podrido que a otra cosa. Leyendo sobre la Inquisición, una creación de alta precisión coercitiva, uno se alegra de haber nacido después de la segunda guerra mundial, en donde si bien no resulta imposible, si es más raro que antes que lo consideren brujo o peor bruja, por leer o por afirmar que en la justicia terrenal no ha de haber prebendas. Lo dicho me temo que es de tal ingenuidad a la vista de las noticias de hoy: el nuevo indulto, la petición de favores bancarios por parte de Unicaja, la negativa de la ACM (associació catalana de municipis de clara ascendencia creyente) a facilitar auditorias que clarifiquen el nivel de latrocinio de sus cúpulas, la tardía decisión (por fin) judicial respecto a los patrimonios de los chorizos del Palau, que francamente uno opta por volver a la clase de párvulos o por solicitar permiso para llevar revólver. Esos mismos están celebrando cada quince días recortes de prestaciones sociales, recortes de derechos laborales y abonando religiosamente el impuesto anticonstitucional a los poderes económicos establecidos.
En fin, ¿recuerdan aquella célebre historia bíblica sobre los mercaderes y un tal Jesús? Por último, ¡menudo mensaje manda este gobierno del PP hacia los corruptores y los corruptos! El choriceo –de alto copete, por supuesto, nunca a los robagallinas-- acaba siendo indultado. Nunca será arrojado del Templo para disgusto del Nazareno. Así pues, a robar, a robar, caballeros de misa y comunión diarias.
Font:
José Luis López Bulla
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