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José Luis López Bulla LA FISCALIDAD Y EL TORVO MUNDO DEL FÚTBOL
José Luis López Bulla

Homenaje a Pepe Millán defensa central legendario del Granada CF

Los clubs de fútbol deben cerca de mil millones de euros –lo que se dice pronto— al fisco y a la Seguridad Social. Se trata de una cifra astronómica que viene de lejos y cuyo reparto será, sin duda, desigual. Sin embargo, sorprende que, salvo una excepción, nadie haya abierto la boca. Esa excepción es Caridad García, diputada madrileña por Izquierda Unida –antes lo hizo Gaspar Llamazares-- que ha dado en la tecla afirmando que “hay mucha manga ancha con los clubs de fútbol”. No se ha quedado en la necesaria denuncia: "vamos a registrar una proposición no de ley para su debate en el Congreso para que se inste al Gobierno a crear una comision interministerial (Cultura, Hacienda y Economía) para que elaboren una batería de medidas para impedir que la deuda siga creciendo e ir reduciéndola”. De entrada es oportuno considerar que del viejo dicho (nunca cumplido) de que “Hacienda somos todos” se ha pasado a la práctica de que “Hacienda son los de abajo”. Y comoquiera que la manga ancha viene de muy atrás se ha llegado a esta cantidad que amenaza con una espectacular burbuja futbolística.

La paradoja está en que justamente cuando los clubs ingresan más dinero que nuca, a través de diferentes medios, se encuentran más intencionadamente endeudados. Pues bien, todo indica que salvo la honrosa excepción mencionada tenemos la impresión que los sucesivos gobiernos y las diversas cofradías políticas hacen la vista gorda frente al ostentoso poderío de los clubs más importantes y del oscuro sinedrio que es la Federación española. Me apuesto lo que sea a que el longevo presidente de la Federación un día de estos se descuelga pidiendo el rescate por parte del Estado

¿Qué temen los políticos silenciosos y, tal vez, silenciados? Que el populismo de los dirigentes de los clubs llamen a la “masa social” a manifestarse en la plaza pública si se toman medidas. Y es de notar que no serían cuatro gatos los que, sabedores de que el fútbol es la única religión verdadera, se echarían a la calle en un acto de hermanamiento que, por unas horas, haría la paz, por ejemplo, entre culés y merengones. Apostilla. No sólo son los mercados los que secuestran la política. También el mundo del fúrbo – así lo pronuncia el presidente de la Federación española— tiene a la política cogida por los cataplines. Digo yo, ¿no habrá un juez por ahí que mande al desahucio a esos defraudadores? Tan sólo propongo una cautela: que se haga cuando acabe la liga. No sea que alguien tenga alguna excusa para montar otra guerra de religión.


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