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José Luis López Bulla UNA HUELGA NECESARIA FRENTE A UNA REFORMA CONTRALABORAL ILEGÍTIMA
José Luis López Bulla


La modificación de lasnormas laborales que ha impuesto el Partido Popular es un ataque frontal contrael modo de entender la democracia que emergió en el pacto constituyente de 1978y que cristalizó en la Constitución. Es ilegítima, tanto por su contenido como porsu forma, además de que conculca Convenios de la OIT ratificados por España y es de más que dudosaconstitucionalidad en varios aspectos. Atenta contra la cláusula del EstadoSocial y Democrático de Derecho. Esta cláusula encierra la idea de que lalibertad no es posible sin avanzar en el camino de igualdad. No es retoricahueca, es mera constatación del dato histórico de que la desigualdad, aúnreconociéndose la igualdad formal ante la ley, conlleva explotación ysojuzgación a los poderes privados. La finalidad del Derecho del Trabajo esbuscar una cierto equilibrio entre la posición social y económicamente desequilibrada del empresario y del trabajador. Para ello la ley imponíalímites infranqueables a la voluntad contractual en materias esenciales paraevitar sobreexplotación de la persona que trabaja. La Constitución, por suparte, protege la dimensión colectiva del trabajador, al sindicato yreconoce  el derecho fundamental de huelga y el de negociación colectivacomo instrumentos de defensa de la dignidad de los trabajadores amenazada en ladirecta relación individual. Como fruto de esa protección la ley reconoce asímismo la eficacia del convenio colectivo. Por último, la tutela judicialefectiva se ofrece a los trabajadores al dotar al juez de lo social dejurisdicción para la solución de las controversias con los empresarios. Todosesos elementos han sido seriamente cercenados.


Con esta reforma contralaboral se leha dotado al empresario de un extraordinario poder de disposición unilateral sobreelementos esenciales de la relación de trabajo como la determinación y cuantíadel salario, aspectos importantes del tiempo de trabajo, la movilidad funcionaly geográfica y, en fin, despido. Se ha limitado de modo extraordinario el campode acción y la eficacia del convenio colectivo, con lo que muchos trabajadoresquedarán sin la cobertura de un convenio sometidos al poder unilateral delempresario. Se ha reducido la indemnización por despido y, lo que es más grave,se debilitado la exigencia de una causa justa para despedir. Por último, laformulación legal deja un espacio casi nulo al juez de lo social para decidir asobre la justificación o no de la decisiones empresariales.  Es unacontrarreforma que consagra una vuelta al feudalismo empresarial que con eladvenimiento de la democracia ya se consideraba pasado. Pues no, en unaterrible regresión de nuevo está  aquí, como el dinosaurio.

En el siglo XVI Juan Luís Vivesadvertía que la fuerza de los más grandes reyes caería de inmediato si susvasallos les sustrajeran su apoyo. La clase dominante solo puede seguirsiéndolo en tanto en cuanto su sistema de valores, sus ideas, sean tambiéndominantes.  Las técnicas para conseguirlo se han desarrollado mucho ennuestros días a partir, entre otras, de las enseñanzas del ministro nazi depropaganda, Goebbels. No es de extrañar que ante esta gran regresión en lahistoria el PP haya desplegado sus poderosos medios de persuasión. Merece lapena destacar que sus voceros apenas entran en el análisis del contenido deesta reforma (cuanto más se conoce, más se rechaza), sino que hacen una llamadaa un acto de fe colectivo para que la ciudadanía crea que servirá para crearempleo. Defender la dignidad del trabajo, como hacen los sindicatos, es, segúnel PP, atacar a los desempleados, pero lo sorprendente es que lo que seofrece  sea que para ser empleado haya que ser sobreexplotado. Ese ya esun mensaje para todos, empleados y desempleados: todos tienen que someterse ala disciplina del señor de la empresa, que para eso está investido de unaracionalidad económica incuestionable que le dice cómo usar la mercancía trabajo.

Establecido el anterior dogma de fe elsiguiente paso es anatematizar a los críticos, como con la simpleza y elautoritarismo que la caracteriza hace, entre tantos otros, la sra.  DeCospedal. Las protestas, según ellos son injustificadas porque la reforma, dela que se oculta su contenido, ha sido adoptada por un partido que ha recibidoel apoyo electoral masivo de la población. Este argumento es profundamentefalaz por tres motivos cuanto menos. En primer lugar el PP recibió 10.500.000votos, mientras que el anterior gobierno del PSOE había obtenido en 200811.000.000 de votos. El que con menos votos se pueda obtener la mayoríaabsoluta solo es achacable al arte de birlibirloque de la ley electoral, no, esclaro, a un mayor consenso social. Por cierto que ese mayor número de votos delanterior partido del gobierno no impidió al PP desarrollar una agresiva campañade desgaste en las Cortes y fuera de ellas, en donde sus medios afines nodudaron (ni dudan) en recurrir a la mentira, el insulto y otros recursospropios de regímenes fascistas.

En segundo lugar porque en democraciala legitimidad del Parlamento no la única legitimidad. Los sindicatos, en concreto,como bien claro establece el art. 7 de nuestra Constitución, son piezasesenciales de nuestro sistema institucional (el art. 7 está en el TítuloPreliminar) y están para defender los intereses de los trabajadores. Uno de losproblemas de las democracias representativas es la gran distancia que existeentre representantes y representados y, por lo mismo, se trata de mejorar sucalidad reconociendo otras legitimidades que actúan por otros mecanismos, comoson la concertación social o el recurso a la expresión directa, a la huelga ymanifestaciones, cuando es necesario.

En tercer lugar porque el Gobierno ysu partido, con un acuerdo bajo la mesa con la organización empresarial, hanactuado de mala fe cegando la vía de la concertación y ocultado al pueblo loscontenidos de esta contrarreforma. Pocas semanas antes de que se dictase elRD-L 3/2012 lo sindicatos confederales (mayoritarios en este país de modoabrumador según las recientes elecciones acabadas en diciembre de 2011))firmaron con la CEOEel II Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectivaen el que arbitraban unas prudentes medidas para adecuar las relacioneslaborales a los tiempos de crisis, que incluían moderación salarial yflexibilidad interna negociada. Ese Acuerdo ha saltado por los aires porque elGobierno lo desconoció y aplicó esta contrarreforma de manera urgente nojustificada, que tenía previamente preparada, y que fue ocultada a laciudadanía en la campaña electoral.

La Sra. De Cospedal se preguntabaqué les decían los sindicatos a los parados. Es muy claro, les dicen que hayque defender la dignidad del trabajo ante un ataque tan duro como este que poneen peligro los valores de la democracia. En cambio el PP, fiel servidor de lamás rancia oligarquía, les dice que, como meros portadores de una mercancía deusar y tirar, deben doblegarse a los dictados de los patrones.


Joaquín Aparicio Tovar
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