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José Luis López Bulla HUELGA GENERAL CONTRA EL NEOLIBERALISMO DE ESTADO
José Luis López Bulla






… y la huelga general se hizo: tan clara como elagua clara y tan espesa como el chocolate espeso.  Ahora los thinkthans de las derechas económicas y políticas tienen la cosa cruda paradesvirtuar la generalidad y contundencia de la acción colectiva que harecorrido los cuatro puntos cardinales tanto peninsulares como de losarchipiélagos. Pero hay mucho de qué hablar sobre este día; por ejemplo, valela dicha (y no la pena) reflexionar sobre el proceso que la ha acompañado.Porque, de hecho, todo su anterior itinerario, desde hace meses, ha conformadola participación jubilosa del 29 de Marzo. Que ha sido en segunda derivada una huelga contra el neoliberalismo deEstado. 

Primero tranco. Quienes desde diversas instancias llevabantiempo vaticinando, con un tozudo conductismo (en algunos casos como plumasalquiladas) que la cuestión socialera cosa superada han visto que los muertos que ellos mataban gozaban de buenasalud. Porque, de un tiempo a esta parte, si hay algo que está en primera líneaes eso: la tantas veces enterrada cuestión social. Si tales escribas sentadosfueran médicos o arquitectos yo me cuidaría mucho de poner mi salud o mi techoen sus manos.

Segundo tranco. Habrá que echar la vista atrás (muy atrás,desde luego) para encontrar un proceso de movilización tan sostenido como elque existe así en España como en Europa. Visto lo visto, se diría que si losataques contra las conquistas de los bienes democráticos tienen la mayorestridencia que otras de tiempos lejanos, también es una verdad como unacatedral que nunca hubo tanta resistencia a las contrarreformas en curso. Yalgo más: nunca hubo tantos co-aligados para defender tales conquistas decivilización.

Tercer tranco.  El procesodemocrático que ha confluido en la acción colectiva de ayer demuestra que nosencontramos ante un sindicalismo extrovertido y un amplio abanico de sujetosdiversos que han compartido el mismo paradigma en la defensa de los bienesdemocráticos que se pretende demoler. Son esencialmente los nuevos movimientossociales, las asociaciones cristianas de base (HOAC y JOC en claraconfrontación con el Alto funcionariado de la Conferencia episcopal),el estudiantado, el mundo de las universidades, una buena porción de laintelectualidad comprometida y un largo etcétera.  Que podría conformar un movimiento de largorecorrido en defensa de los derechos y de la regneración moral de nuestro país.

Cuarto tranco. La huelga ha sido seguida muy masivamente por losasalariados de toda condición, y en no pocas localidades ha contado con unamplio apoyo del comercio de proximidad. Que se echaron a las calles y plazasen ciento once ciudades. La acción, con su generalizada expresividad ha sido,sobre todo, un acto de defensa de la democracia. Dura de tragar, por supuesto,para quienes la combatieron sañudamente desde las covachuelas ministeriales,las fundaciones (tanto las de caspa como las de brillantina) y otros cenáculosdiversos. También de las oficinas de la sondeocraciaque últimamente andan un poco desorientadas…  Dura de de metabolizar, igualmente, para lossociólogos de jerebeque que habían vaticinado el fracaso debido al miedo –a unmiedo difuso--  de la gente (1).

Quinto tranco.   Los trabajadoresde los medios (escritos, radiofónicos y televisivos) han sido una vez más losheraldos de la huelga. Ellos decidieron, tiempo ha, que desarrollarían suhuelga el día anterior para que los periódicos no estuvieran en la calle el díade la huelga general. Lo que les confiere una enorme responsabilidad y, como entantas otras ocasiones, un potente coraje.  

Sexto tranco.  La pelotaestá en manos del gobierno. Él sabrá si prefiere la continuidad de unconflicto, aflorado o submergido, en estado de efervescencia o de latencia. Omejor dicho, de una combinación de ambos. Porque es seguro que la situaciónpasa, tras la huelga, a una situación cualitativamente diversa. Digamos que elsindicalismo confederal tiene no sólo la autoridad sino la auctoritas  muy superior a lade hace pocos días. Y el gobierno, tras el famoso acontecimiento andaluz, haperdido muchas vitaminas.

Séptimo tranco. El sindicalismo confederal ha conseguido,con la movilización de ayer, una mayor acumulación de representatividad yprestigio. Desde esa fortaleza somos muchos los que confiamos en que sabrágestionar la post-huelga con la misma sabiduría que ha gobernado el proceso preparatorio.

Ahora bien, digamos las cosas con toda claridad: el problemao se resuelve a nivel europeo o no hay fácil solución. De ahí que recordemos loque los sindicatos han manifestado en múltiples ocasiones: la necesidad de lamayor coordinación explicitada contra las políticas neoliberales de Estado queatraviesan el Continente.   

  
(1) Una de las componentes de la organización delmiedo ha sido la tan torpe como estúpida decisión del Gobierno de montar elmayor aparato de intimidación policial jamás visto frente a un ejercicio de losderechos democráticos. Que también ha fracasado estrepitosamente. Que Termidorsea cretino era cosa sabida, pero no con tan indisimulada exageración.   
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