La foto muestra la carga policial frente alayuntamiento de Albacete. Don Luis Collado, jurista, profesor de la Universidad deCastilla La Manchay editor de la prestigiosa editorial Bomarzo, es zarandeado por los fernández-boys.
Hacía muchos años que no se veía una actuacióngeneral de las fuerzas policiales tan desmesurada e intimidatoria como losucedido durante el día de la huelga general. Naturalmente son órdenes delministro Fernández que, ya siendo gobernador civil de Barcelona, hizo de lassuyas. Recuerdo perfectamente la brutal carga policíaca contra la marcha de lostrabajadores de Lemmerz desde Manresa hasta Barcelona en medio de undescampado. El hijo de Agustí Prats, el gran dirigente del textil –me disculpoporque no me acuerdo del nombre de pila de Prats Jr.— dejó fotografiado elensañamiento policial contra un centenar de pacíficos manifestantes. Lo puedodecir alto y claro porque yo estaba allí y mis espaldas son testigos de algunosporrazos.
Diversas son las derivadas que se desprenden delmandato ministerial de zurrar la badana a los manifestantes. Que, de maneraesquemática, pongo en circulación. Primero, hacer visible que el derechoconstitucional de huelga y manifestación es algo que se toleradiscrecionalmente por parte de la autoridad gubernativa. Segundo, estacontingencia –administrada por la porra y el correaje—equipara el conflictosocial a mera cuestión de orden público. Tercero, a mayor abundamiento (y paraexplicitar el alboroto) se recurre a los alumnos del Cojo Mantecas para quearmen tal gresca que permita a los fernández-boysintervenir antidemocráticamente a destajo.
Pero hay en todo ello una operación estratégica,esto es, que especialmente las capas medias se alejen de quienes ejercen laprotesta y se echen en brazos de un orden,que por otra parte es el que provoca su empobrecimiento gradual: el orden del neoliberalismo de Estado. Mástodavía, se trata de una opción que conduciría a desvirtuar los bienes democráticosde la huelga y la manifestación a través de leyes y reglamentaciones que, almenos su germen, ya están en la cabeza de Fernández y del consejero catalánPuig, el nuevo Dencás a quien GeraldBrenan, en su libro "El Laberinto español", le atribuye unasúbita connivencia con la derecha española, singularmente con José María Gil-Robles.
Por otra parte, el sindicalismo confederal –al tiempoque denuncia, y lo está haciendo, todo ello-- debería reflexionar a fondo sobre los piquetes que pone en marcha en estas grandes solemnidades. No es laprimera vez que lo digo: repetiré tres cuartos de lo mismo que manifesté en elPrimer congreso de Comisiones Obreras de Catalunya, allá por el año de graciade 1978. Estos instrumentos esporádicos, los piquetes, deben ser sólo y solamente mecanismos pacíficos deinformación y extensión de la huelga. De una huelga que está convocada para elconjunto asalariado.
De ahí que no entienda la obsesión que, en pocoscasos, tienen algunos piquetes en paralizar el pequeño y pequeñísimo comercio.Cuestión diferente son las grandes superficies y los grandes almacenes. Peroeso es cosa diferente de la tabernilla de la esquina o de la mercería de laplaza que se empeña en abrir ese día. El sindicalismo ha convocado a una huelgageneral de trabajadores asalariados, no a esos sectores de comerciantes. ¿Que noquieren ir a la huelga? Allá ellos y sucompromiso con la población huelguística: se toma nota y durante mucho tiempose compra en otros lugares.
Vamos a ver si reflexionamos atentamente sobre laobsesión (legítima, por supuesto) que tenemos con ciertos grandes almacenesque, en cada huelga general, acabamos de manera no exitosa. Digamos las cosascon claridad: el mejor piquete para que hagan huelga –pongamos que hablo de ElCorte Inglés-- es crear pacientementeorganización sindical. ¿Qué es difícil? Por supuesto, pero ese es nuestro desafíodemocrático y nuestra responsabilidad como organización. Es difícil,ciertamente, quebrar la hegemonía del amarillismo en esos sectores. Pero esa essobre todo nuestra obligación.
Radio Parapanda. HablaGabriel Jaraba: Éxitorotundo de la huelga general