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José Luis López Bulla LOS OBISPOS ESPAÑOLES Y EL CULO AJENO
José Luis López Bulla


El obispo de Alcalá oficia una misa al lado de una banderafranquista.  Corría elaño de 2009 cuando el mitrado decidió unir el hisopo con el sable, lo que –vistocon cierta objetividad—podríamos cafilicar como un acto coherente: si el altofuncionario eclesial es fascista (o neofascista) parece lógico que quiera lucirla banderita de marras. Todavía no se habían disipado los ecos de las fazañas imperiales del caballero cuando el otro día el mismoobispo carga contra los homosexuales y el aborto en la misa de TVE.  Y aquí valdría la pena detenerse una miaja enese acontecimiento alcalaíno que ha tenido repercusión en toda la piel de toro.

¿Qué tiene en la cabeza el obispazgohispano que de manera recalcitrante habla desmesuradamente del culo? No losabemos, así es que, con franciscana humildad, lo reconocemos. Sabemos, noobstante, que los mitrados se están deslizando hacia un nuevo paradigma: históricamenteestuvieron obsesionados con el coño ajeno. De un lado, consideraban elmatrimonio como un sacramento, pero uno de los instrumentos del matrimonio –vale decir, el coño--  era tolerado en clave de fastidio. Lo queapunto para hacer notar que la teología estuvo siempre distraída ante esarareza. Naturalmente, utilizar el coño fuera del matrimonio era consideradocomo un pecado mortalísimo, aunque podía ser redimido siguiendo el viejo refráncatalán, pagant sant Pere canta.  Pues bien, no es que ese tradicional paradigmahaya pasado a otra vida, como según parece sucede con el fordismo, que hoy espura chatarra. La obsesión por el coño ajeno sigue ahí, pero con menor diapasónque la preocupación por el culo. Y de la misma manera que hoy estamos, segúnnotables científicos sociales, en el postfordismo, todo indica que estamosahora en el postcoñismo y en pleno auge del culismo. Así lo indican losrecurrentes mítines de los mitrados de Granada, Córdoba y, ahora, Alcalá deHenares.

Si desde estas páginas se dijeraque los mitrados ven la pajilla en el ojo ajeno y no la viga en el propio seríamosacusados de un tendencioso mal gusto. O de tergiversar a Mateo en 7 : 1 – 5.  De manera que deberíamos orientarnos a llamara la ciencia en auxilio de una aproximada explicación al asunto. Esto es, ¿hayalgo en el cerebro humano que explique la relación entre llevar la mitra en lacabeza y la existencia de algunas neuronas –o algo por el estilo--  que implique una permanente obsesión por elculo ajeno? Pero si esto fuera así los científicos sensatos me echarían a lacara que esto es una hipótesis hermana de los planteamientos de Cesare Lombroso.  Porlo tanto, también retiramos definitivamente esta segunda sugerencia. Con loque, con perdón, nos quedamos con el culo al aire.

Sea como fuere, el asunto requiereuna explicación, una doble explicación: 1) ¿por qué se pasa del coñismo alculismo?, y 2) ¿a santo de qué el culismo está de una manera tan absorvente en lacabeza de un buen número de altos funcionarios de la iglesia católica, apostólicay romana?  
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