Homenaje a Arturo Echevarría* Si al llegar a nuestro país, unapersona leyera lo que publican algunos medios de comunicación, escuchara laopinión de prestigiosos empresarios, o atendiera las reflexiones de losdirigentes del Partido Popular, concluiría que la explicación de nuestrosproblemas y de la larga lista de déficits que padecemos -altísimo desempleo,baja productividad, escasa inversión en I+D+i, deficiente formación, o nulacoordinación entre las diversas Administraciones Públicas-, es el mercadode trabajo, y los responsables, los sindicatos.
Explicación que, sin un gramo dehumildad, han expresado tanto los primeros ejecutivos de empresasconstructoras, energéticas o bancos, como sus muchos centros de estudiosque negaron, informe tras informe, la existencia de burbuja alguna y que, ahorasin rubor, cargan la responsabilidad de todos nuestros males a lossalarios y al coste del despido de los trabajadores. Y por supuesto sin citarque ellos, los ejecutivos españoles, son uno de los colectivos que mejorsoportan la comparación de sus condiciones salariales con sus homólogoseuropeos.
Podemos oírselo a directivos deCajas de Ahorros que día tras día han reclamado reformas de nuestro sistemade pensiones por lo elevado de las mismas, para luego descubrir susindecentes y millonarios planes privados. Leemos y escuchamos a medios decomunicación clamar contra las subvenciones a otros organismos y entidades,mientras siguen subsistiendo gracias a éstas. Escuchamos a catedráticosreclamar el despido más fácil y barato, sin mirar ni por un instante larealidad de sus condiciones de empleo, a quienes si se aplicaran solo un terciode las recetas que nos extienden a los demás, mejorarían notablemente lacompetitividad y la calidad de nuestro sistema universitario.
Vemos a partidos políticos, quedesde el gobierno o desde la oposición, han estado otorgando o exigiendomultimillonarias inversiones de muy baja productividad, sean éstas AVES sinjustificación económica y con trazados que sonrojan al sentido común,aeropuertos que se quedan sin aviones al agotar las subvenciones a las compañíasaéreas; autopistas sin tráfico que jamás cubrirán los costes de inversión y deexplotación; parques temáticos que hoy son cementerios de cartón piedra; suelourbanizable sobre el que no se construirá absolutamente nada en muchos años,o puertos sin barcos. Se ha confundido inversión en investigación conconstrucción de edificios para investigar, y así nuestros jóvenesinvestigadores emigran igual que emigraban (no sólo ahora, repasemos lasdenuncias de los jóvenes becarios en estos últimos 15 años).
Da igual, todo este despilfarro seolvida.
Afrontarlo merecería respuestasdemasiado complejas y responsabilidades demasiado compartidas y algo más demodestia. Significaría abandonar la fácil explicación de que casi todosnuestros problemas -el grave desempleo, la baja productividad y las dificultadespara mejorar nuestra competitividad- se encuentra en nuestras leyes, en lasnormas laborales y por extensión en los sindicatos.
Explicación muy útil para exonerarde responsabilidades a parte de la clase dirigente que en el pasado cicloeconómico ha cometido serios errores, colectivos y particulares, por suincapacidad de fijar prioridades sociales, económicas y políticas, de impulsary promover el tránsito desde un modelo productivo basado en el bajo valor añadido,escasa formación y bajos salarios, dominado por la pequeña empresa y dirigidaal consumo interno, hacia un sistema productivo demandante de un mejor sistemaeducativo, de mayor innovación, de mayor esfuerzo en investigación, de másinternacionalización, de mayor tamaño de las empresas y alianzas, y quefinalmente ha terminado por dilapidar los mejores años de nuestro crecimientoeconómico.
Para este objetivo se precisabaempleo estable, se necesitaban trabajadores motivados y comprometidos con elproyecto de su empresa, y se precisaban empresarios fiables y arriesgados. Políticosque tratasen a los ciudadanos como adultos a los que se les dice la verdad pormuy cruda que sea. Medios de comunicación sin sectarismos descarados para quesus portadas no se escriban el día antes de la noticia. Se precisaba enterrar,de una vez por todas el combustible que ha movido este país en los últimos 15 años:el fácil discurso del agravio comparativo.
Pero también se precisabanpatronales con objetivos más allá de reiterar año tras año la misma consigna,esté el país en crecimiento o en recesión; que por una vez asuman su cuota deresponsabilidad en los déficits que denuncian porque, efectivamente, la tienenen las carencias de nuestra negociación colectiva y en los contenidos de losconvenios o en el sistema de formación continua; con una relación más autónomacon el poder político y mucho más seguras de su propia capacidad de negociación,defensoras de su autonomía como agentes sociales, como en todos los países denuestro entorno.
También los sindicatos debemosanalizar con rigor cuál ha sido nuestra actuación, preguntarnos con valentía sinuestras prioridades, durante el pasado ciclo de crecimiento económico, hanrecogido y expresado los cambios que nos demandaba la nueva realidad en lasempresas y en los sectores. Preguntarnos por qué ha sido tan difícil,precisamente en la fase de fuerte crecimiento, reforzar y reformar la débilestructura de la negociación colectiva. Y preguntarnos si hemos sido capaces deajustar, con la precisión necesaria, las prioridades y demandas de loscolectivos de mujeres, jóvenes, becarios, eventuales o trabajadores de pequeñasy pequeñísimas empresas.
Somos conscientes de que también enel sindicalismo tenemos asignaturas pendientes, muchas de ellas comunes a lamayoría del sindicalismo europeo: es necesario afrontar una cambiante realidadque reclama, y seguirá reclamando, nuevas políticas sindicales, que deberíanorientarse a conseguir mayores niveles de participación de los trabajadores ytrabajadoras, a la implicación en la marcha de la empresa y en la organizacióndel trabajo, hacia los nuevos sistemas de retribución más flexibles y haciamayores compromisos de los trabajadores con la formación permanente. Y somosconscientes también de la necesidad de cambios en las estructuras organizativaspara que respondan con eficacia a las nuevas demandas de los trabajadores ytrabajadoras a los que aspiramos representar.
Los sindicatos hemos dado ya unosprimeros pasos, difíciles, costosos y no fácilmente entendidos por ampliossectores de la sociedad. Lo hemos expresado, primero, con el Acuerdo dePensiones y, hace escasas semanas, con el AENC II. Un acuerdo que supone unacta del compromiso sindical con el empleo, que modifica y adapta lo pactadohace dos años en respuesta a la nueva realidad de crisis y desempleo, yque en muchas de sus materias, representa un cambio brusco de las tradicionalesaspiraciones sindicales: moderación de rentas, vinculación de salarios a laproductividad, acuerdo sobre mecanismos de mediación y arbitraje o introducciónde nuevos mecanismos de flexibilidad interna.
El Gobierno no ha querido valorareste compromiso solamente unas semanas antes de aprobar su Reforma Laboral, yha despreciado un instrumento que impulsaba el cambio cultural en lasrelaciones laborales e industriales, y un método, el diálogo y elacuerdo, siempre mucho más eficaces que su imposición.
Estamos a tiempo de corregir elcamino andado, el del miedo en las empresas, el tiempo de la desconfianza, elde los previsibles abusos, el del enfrentamiento y la conflictividad laboral ysocial, inevitables si se sigue sin corrección en el camino ahora emprendido.
La gravedad de la situación exigeel compromiso de todos los sectores de nuestra sociedad, políticos, económicos,sociales. Precisamos de menos altanería, menos sectarismo, menos verdadesinmutables; en una palabra, menos autosuficiencia. Porque las soluciones vendránde la suma de esfuerzos, de una mayor credibilidad, de una sincera y realexplicación de las causas de la crisis, y para ello necesitamos másgenerosidad, modestia y humildad, virtudes poco comunes en nuestro quehacer políticocomo país, pero bases imprescindibles hoy para generar el necesario clima deconfianza social. Es lo que con contundencia demandó el pasado 29M, en elcierre de la multitudinaria manifestación en la Puerta del Sol de Madrid,el Secretario General de CC.OO. Ignacio Fernández Toxo con su propuesta alGobierno, a la CEOEy a los grupos políticos del Parlamento, de un PACTO GLOBAL POR EL EMPLEO Y LA RECUPERACIÓN DE LA ACTIVIDAD ECONÓMICA.
No haría bien el Gobiernomanteniendo actitudes que pretenden expresar autoridad y en el fondo escondendebilidad,-la de ser valiente con los débiles y sumiso con los fuertes- si nonegocia y corrige la Reforma Laboral y la reorienta hacia la suma de voluntades yal Pacto Social; porque de ésta crisis no saldremos sin altas dosis de humildady de dialogo.
Joaquim González Muntadas.
Secretario General de FITEQA-CCOO.
La foto es del momento en el que el Consejo Federal de Fiteqa celebrado el pasado mes de enero homenajeaba a Arturo Echevarria García de Mardones de 59 años que falleció de repente.el 26 de diciembre. Arturo era ingeniero de Repsol, actualmente Secretario de Técnicos y Cuadros de la FITEQA, durante los 12 años en la dirección ha sido el Secretario de Formación, también el de Medio Ambiente y el de Acción Internación y también el Secretario de la Seccion Sindical de Repsol Petroleo.
Arturo fue también Secretario de Acción Sindical,de FiTEQA de Catalunya, Miembro del Comité Central del PSUC y Concejal de Hacienda de Ayuntamiento de Tarragona. Bueno, fue un buen tipo, con un correcto ingles, francés e italiano y enamorado de las matemáticas, total que fue una pieza fundamental en nuestro trabajo federal.